A veces tengo la sensación de que los políticos o son muy cabezotas o viven en su realidad paralela. Lo digo porque por la derecha parece que continúan sin enterarse de lo que les pasó este Abril. Se comportan como si no hubiesen asumido que de una vez por todas salimos a votar y cambiaron las tornas. Eso es malo para todos porque si es importante que un gobierno se lleve decentemente, también lo es tener una oposición competente y esta gente no parece saber donde está. Las derechas (si señores, las derechas) pasan los días buscando por donde agarrase a algo y sacudiéndose entre ellas como una estera, igual que los boxeadores que andan noqueados y medio groguies pero continúan “tirando al bulto”.
En casa de Ciudadanos se empeñan en pasar de los números y autoproclamarse “jefes de la oposición” (un cargo que, por cierto, no existe) sin querer ver que el PP les continúa sacando 200.000 votos. Ah, ¿Y los 9 diputados de más?, nada, tonterías sin importancia. En Génova andan metidos en una guerra civil encubierta en la que Casado, el pobre, creo que tiene sus esperanzas puestas en hacernos creer que este domingo va a recuperar, como por arte de magia, el voto perdido. Para ello nos repite sin cesar que todo ha sido una pesadilla en la que Sánchez “el malvado” nos ha hipnotizado a todos y que es tan maquiavélico que hasta quería a Iceta para no tener que aplicar el 155 (que terror, como si hubiese valido para mucho) en una cámara que controla por mayoría absoluta y en la que podrá hacer lo que quiera, demencial. Lo duro para los de la calle Génova va a ser cuando suene el despertador, y descubran que no estaban viviendo una pesadilla y que la realidad es que tienen más imputados que diputados (o eso dicen). Veremos que le hacen los “ nobles” a Casado si vuelve a pegársela el domingo pero igual ya tenemos culebrón al que engancharnos porque no creo que las matanzas de “Juego de Tronos” lleguen a su altura.
Y para acabar la comparsa nos encontramos a VOX que en su delirio por creer que son el “futuro retro” de la derecha ocupan la bancada socialista, se erigen en salvadores de la patria, paladines de la fe y todo eso y puede que por ello en plena sesión constitutiva de las cortes se permitan montar un espectáculo de ruidos, patadas y abucheos para impedir hablar a otros diputados justo en lo que es la casa de la palabra, el Congreso. Eso les retrata. Lo tienen tan creído que ya parecen dispuestos a poner en marcha la máquina del tiempo y llevarnos a Atapuerca, donde nuestras compañeras podrán cortarse el pelo, limarse las uñas o incluso hasta comer. Todo eso mientras en Valencia juran sus cargos “por Dios y por España”, biblia en mano y con una estampa de una virgen balcánica de esas que se aparecen cuando quieren, todo muy “kitch”. Una cosa, todavía no entiendo como la fiscalía no se ha interesado por esa extraña enfermedad que les hace decir barbaridades cada vez que les plantan una “alcachofa” delante de la boca.
El domingo volvemos a votar y la derecha nos quiere vender la mentira de que las próximas elecciones son una segunda vuelta, porque ellos lo dicen. No entienden nada, se han quedado aturdidos y quieren vendernos cualquier cosa para seguir adelante. Igual necesitan que les refresquemos la memoria. Por eso hace falta repetir el éxito de participación. Hace falta que nadie se quede en casa. Hemos de hacerles saber que no somos unos zotes que los desalojaron del gobierno “sin querer” y que nuestros votos son respetables y van a misa.
Estas elecciones son más importantes de lo que parece. Necesitamos parar el avance de la ultraderecha en Europa para poder intentar sacar algo de provecho de Bruselas que aparenta estar lejos pero nos afecta cada día en cosas tan básicas como que las naranjas valencianas se queden en los árboles mientras compramos las venidas de Sudáfrica (hablaremos un día de esto). Necesitamos aire nuevo en la UE que precisa más reformas que la Catedral de Notre Dame para que sea algo parecido al sueño que llevó a su fundación, el de ser un espacio común que evitase que continuásemos matándonos entre nosotros. Y elegimos algo igual o más importante, los ayuntamientos, donde se mantiene la esencia de la política del tu a tu. Aquí se diluyen las siglas de los partidos (aunque en el caso de PP sea por otras causas) para dar paso al voto personal, tanto como que te puedes encontrar al candidato en la pescadería. ¿Puedes imaginar lo espantoso que sería tener un alcalde ultra empecinado en resucitar la costumbre del Ángelus en la megafonía municipal? Podría ser peor que tener de presidente de la escalera al vecino del tercero, el que se pasa el día ensayando con el trombón y no avanza. Pero sobre todo, en estas elecciones necesitamos decirles muy alto a unos cuantos que han de asumir la realidad, perdieron las elecciones y ahora les toca trabajar y hacerlo bien si de verdad creen que pueden aspirar a salir de ahí.