Más errores al construir escenas
¿Creías que habíamos acabado con aquella primera entrada sobre los principales errores que cometen los escritores principiantes al construir escenas? Pues te equivocabas. Hoy venimos con una nueva remesa de fallos que suelen ver en los textos de escritores muy novicios (y quizá también, de vez en cuando, en los que no lo son tanto).
Examina si alguno de ellos se encuentra entre los recursos que utilizas en alguna ocasión y aprende a evitarlos. Aquí te daremos unos consejillos para conseguirlo. Vamos a ello.
3. Las interrupciones forzadas e innecesarias
Dos personajes están hablando y de repente…, ¡zas!, suena el teléfono o alguien llama a la puerta.
Con frecuencia, el escritor novel cree que recursos como éste añaden tensión a la escena. En su intento por crear generar espectativas e incertidumbre en el lector, nuestro aprendiz de escritor apaña esa llamada de teléfono que no viene a cuento o la llegada intempestiva de un cartero inoportuno, que trae la correspondencia a las siete de la tarde y que interrumpe la charla entre nuestros dos personajes con sus golpes en la puerta.
…Et voilá, se dice el escritor, ya te he dejado con un palmo de narices, amigo lector. Ahora no hay nada pueda detener tus ganas de seguir leyendo.
Mientras tanto, en su casa, el lector, en efecto, sigue leyendo y unas líneas más abajo se da cuenta de que la interrupción no tiene ninguna razón de ser más que la de que el escritor ha creído que así nos morderíamos las uñas de impaciencia y curiosidad. Pero no. Lo que no imagina nuestro pobre escritor es que el lector le ha pillado en paños menores y que lo que en realidad piensa es algo como ésto: ¡Venga ya, tío! ¿Me estás tomando el pelo?
De modo que, si en tu caja de herramientas tienes un recurso como este dentro del cajetín de “Aumenta la tensión”, sácalo de ahí inmediatamente y deshazte de él. Evita a toda costa el uso de recursos manidos como éste. De hecho, intentar dar una pátina de verosimilitud a nuestra historia con triquiñuelas de este tipo o pensar que algo como eso puede confundir al lector es una ingenuidad de la que el escritor no puede pecar, ni aun sea novicio.
Cualquier interrupción de ese tipo sólo tiene valor cuando influye directamente en la escena o desempeña un papel importante en futuros acontecimientos de la historia.
¡Así que no las uses!
4. ¡Eh! Has perdido la pista
A veces, el mayor error que comete el escritor principiante al construir sus escenas procede, precisamente, del extremo cuidado que pone en no tropezar con los fallos que venimos comentando en estas entradas.
Nuestro aprendiz está tan obsesionado en que sus protagonistas no entren el un círculo vicioso de una discusión sin fin, o en descabezar personajes para que no se le llene la escena de gente, o en envitar el uso de recursos demasiado trillados que sencillamente pierde la pista.
Y éste es un error garrafal
La única manera de evitarlo es permanecer alerta constantemente y asegurarnos de que no hemos perdido la pista, es decir, de que no nos hemos ido por los cerros de Úbeda. Mantenerse fiel al conflicto que deseamos presentar al lector sin apartarnos un ápice de él (y, por tanto, si desviar su atención del lugar donde realmente nos interesa que la ponga) es obligatorio. Es un mandamiento clave. Una piedra en la que no podemos tropezar.
Fotografía: Erik Andrikaitis, Unsplash.
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