Ayer se empezaron a exhumar los restos de las 17 rosas de Guillena. Mujeres que murieron hace 74 años por una sola razón: ser esposas o hijas de republicanos. Mujeres entre 20 y 70 años, a las que –sus hombres se encontraban en el frente--, falangistas que entraron en el pueblo, al no encontrar a sus esposos o padres, sacaron de sus casas, ultrajaron, violentaron, las obligaron a comulgar, las pelaron al cero, les hicieron ingerir aceite de ricino y finalmente las fusilaron. Hasta hoy no se ha podido iniciar esta exhumación después de 74 años, de los cuales, la mitad en democracia. Su gran delito, su único delito, ser mujer de republicano. Rosas que permanecen en nuestro recuerdo, como aquellas 13 que siempre están presente, que nunca han marchitado y cuyo recuerdo no debe apagarse.
Hoy, se cumplen 35 años del asesinato de los abogados de Atocha. Un grupo de ultraderecha entró en su despacho y asesinaron sin miramientos a cinco abogados sindicalistas de CC.OO. Su único delito: defender trabajadores. Mi recuerdo emocionado para ellos.
En estos instantes estará empezando el juicio de Baltasar Garzón. Dos asociaciones ultraderechistas, como son Libertad e Identidad y Manos Limpias acusan al juez de investigar los crímenes del franquismo, sin tener competencia para hacerlo.
Tres episodios que dicen mucho de nuestra maltratado Memoria Histórica. Tres hechos que marcan un camino desde hace más de setenta años, cuyo eje sigue siendo el fascismo. Mataron en la guerra, en la posguerra, en la transición, y hoy, de forma más disimulada, más refinada, pero igual de injusta deciden matar las posibilidades de que el franquismo sea investigado y condenado. Un fascismo que no sólo no ha acabado, sino que ha socavado nuestro Estado de Derecho, llegando a la cota más alta de provocación y de desvergüenza: sentar en el banquillo a quien decidió investigar sus crímenes.
El mundo demócrata no entiendo nada, fuera de nuestras fronteras los comentarios son unánimes, ¿cómo es posible que se juzgue a alguien por investigar unos crímenes probados? Las organizaciones Human Watch Rights y Amnistía Internacional han criticado este juicio y se han posicionado con Garzón, con los derechos humanos.
Y es que es el colmo del desvarío. Asesinatos y delitos contra los derechos humanos no pueden ser juzgados, según las acusaciones hechas a Garzón, mientras que todavía siguen sin enterrar muchos de los que entregaron su vida por defender el orden constitucional vigente y otros que sufrieron oprobio, vejaciones y muerte por oponerse a ese régimen franquista genocida, sin que se hayan puesto los medios para reparar tales agravios.
Sólo el hecho de celebrarse el juicio marca un retroceso inadmisible en una sociedad que se dice democrática, si además Garzón –al que se le piden 20 años de inhabilitación— fuera condenado, este país demostraría que el franquismo no sólo está presente sino que está ganando la batalla.
Este país no será decente mientras no haya una verdadera reconciliación. Y ésta empieza por mirar al pasado, asumir lo ocurrido, hacer justicia y reparar el honor de los que, cumpliendo con su obligación, defendieron la República. Algo que Garzón trató de hacer y por lo que quieren acabar con él.
Hoy, los demócratas, los defensores de los DD.HH., sólo pueden estar en un bando, en el bando de la verdadera democracia, al lado de Garzón. “Hoy todos somos Baltasar Garzón”.
Aquí les dejo con el recuerdo de aquellas mujeres, a las que asesinaron vilmente, después de vejarlas, por una razón tan “justa” como ser mujer de republicano. Un precioso homenaje cantado que, con voz desgarradora, firme y emotiva, les dedica una joven cantante comprometida: Lucía Sócam