Desde Pintag (pueblo que lleva por nombre el de uno de los líderes indígenas otavalos que lucharon contra la invasión de los Incas y que prefirió morir de hambre antes que comer comida inca cuando le capturaron. Después de asesinado y degollado, con su piel hicieron un tambor para Inti Raymi) se accede a este precioso lugar siguiendo una carretera que serpentea entre las laderas nubladas del parque.
Allí pudimos subir por unas escaleras en madera hasta el mirador del cóndor para divisar a lo lejos la laguna de Micas, cubierta por una pesada neblina que nos impidió estar mucho tiempo allá arriba.
A la vuelta paramos en Sangolquí, pueblo pintoresco característico por su tradición en la preparación de riquísimos hornados (comida ecuatoriana que consiste en meter un cerdo entero al horno) y paseamos un rato antes de regresar a Quito.
Esta visita de un día es sencilla y agradable, se la recomiendo a todo el mundo.
Típica vaca siniestra
Restos de alguna erupción pasada
Perdón por la apología del asesinato