Revista Opinión

Más preguntas

Publicado el 28 marzo 2015 por Hugo
Más preguntas
¿Tenemos que aceptar como bueno que sólo el trabajo remunerado sea el eje que da sentido a nuestra vida? ¿Tenemos que aceptar que el ideal de vida es trabajar 10 horas diarias como mínimo? ¿Es elogiable el hecho de que no se tenga tiempo ni siquiera de ver a los hijos e hijas, la familia o las amistades porque hemos de trabajar todo el día? ¿O que las criaturas entren a las 8 de la mañana en la guardería del colegio y no vuelvan a casa hasta las 6 de la tarde? ¿Tenemos que considerar positivo que no se pueda tener descendencia porque si no está en peligro el puesto de trabajo? ¿Tenemos que considerar, como se ha hecho a menudo, que la maternidad es sólo una servidumbre de las mujeres, y no una fuente de creatividad y placer? ¿Tenemos que considerar como síntoma de igualdad que una mujer embarazada casi de nueve meses tenga que trabajar 9 horas al día, o viajar en helicóptero para demostrar que lo puede hacer igual que un hombre? ¿O que vuelva al trabajo tres días después de dar a luz, como hizo la ministra francesa Rachida Dati? ¿Es posible y deseable parir planificadamente en un week-end y volver al trabajo el lunes para demostrar que somos iguales que los hombres? ¿Hemos avanzado mucho si las mujeres podemos participar en la guerra y matar y ser matadas como ellos? ¿Tenemos que renunciar a una vida privada satisfactoria y plena porque si no, no podemos compaginarla con la vida laboral? ¿Tenemos que seguir considerando como superiores y válidos los valores que tradicionalmente se han considerado masculinos, e inferior y no valiosos todo aquello que las mujeres han aportado a la sociedad, incluido su universo de valores? ¿Hay que fomentar el principio de competitividad para la consecución de los fines de cada persona o el principio de cooperación para conseguir los de todos? Estas, aunque muy simples, y muchas otras preguntas mucho más complejas, son las que tenemos que formular para caminar hacia la configuración de una sociedad que tenga en cuenta la experiencia de las mujeres y sus necesidades, que no siempre son coincidentes con las de los hombres.
Juana Gallego Ayala, Eva devuelve la costilla, 2010, Icaria editorial, págs. 63-64.

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