Resulta difícil entender por qué una rotunda mentira, desmentida de inmediato por la propia Administración Tributaria, puede llegar a pastar alegremente como una categórica verdad. Me refiero al asunto de la presión fiscal que, un día sí y otro también, se comenta alegremente por los irresponsables políticos.
Porque los técnicos de Hacienda ya lo han aclarado. Para el que quiera leerlo: ‘Una cosa es la presión fiscal total, medida por el cociente entre los recaudado por IRPF, Sociedades e IVA, en relación al PIB, y otra distinta, la presión fiscal individual, la que se deduce de los tipos nominales de cada uno de estos tres impuestos’.
Para entendernos, una cosa son los datos agregados macroeconómicos que pocos entienden, y otra cosa son los datos individuales acerca del porcentaje que tenemos que pagar por IRPF, por Sociedades o por IVA, y que todos entendemos perfectamente.
Cierto que ambas ‘presiones’, la total y la individual, deberían conducir a parecidas conclusiones pero, como siempre que se manejan datos, hay gato encerrado.
Volviendo al informe de los técnicos de Hacienda, y distinguiendo por impuestos. En el caso del IRPF, nuestro tipo máximo es ya SUPERIOR a la media de los 27 países de la eurozona, 43% frente a 42,5%. Por poco, pero SUPERIOR.
Para el Impuesto de Sociedades la comparativa es aún más clara. El tipo impositivo español es del 30%, por el 23,2 % de la media de los vecinos de la UE.
El único tributo en que la fiscalidad española es claramente inferior a la comunitaria es el IVA, a pesar de su reciente subida. Sólo Chipre, Luxemburgo, Reino Unido y Malta tienen tipos inferiores.
Si esto es así, y además cada impuesto ‘pesa’, más o menos, un tercio del total recaudado, ¿cómo es posible que la presión fiscal total en España sea del 33,1%, inferior a la media de la UE, del 39,7%? ¿Dónde está el truco, el embeleco o la trampa? La respuesta no es fácil de explicar y, según parece, aún más difícil de entender.
Ahí va mi intento: Dos son las poderosas razones de esta disparidad. Por un lado, la caída del empleo en España hace que también caiga la recaudación total. Lógico. Aunque tengamos tipos impositivos superiores en el IRPF y en Sociedades, como hay menos personas trabajando y menos sociedades facturando, pues la bolsa de la recaudación desciende. Por otro lado, la economía sumergida española es la campeona de la eurozona y, gracias a ello, muchos de los parados que subsisten ingresando en ‘be’, no pagan impuestos y su dinero no luce.
Y como no hay mal que por bien no venga y la política sobrevive de artimañas efectistas, el paro y la economía sumergida proporcionan las armas fatuas de las que se benefician tanto nuestro Ministro de Fomento, José Blanco, o el señor Almunia, por citar los casos más recientes, para presentarnos en bandeja de plata las razones de las próximas subidas de tipos impositivos.
Y, en nuestro caso, nada tiene que ver la menor presión fiscal total española, con la existencia de tipos nominales impositivos actualmente superiores a los de nuestros vecinos europeos. Blanco y en botella.