Revista Arquitectura
Hay amor y es una cosa profunda pero hay cosas más profundas que el amor.
Al principio y al final, el hombre está solo. El hombre nació solo y muere solo y está solo mientras vive en su más profundo sí mismo.
El amor, como las flores, es vida, creciendo. Pero debajo están las profundas rocas, la roca viva que vive [sola y más profundamente aún, el fuego desconocido, [desconocido y pesado, pesado y solo.
El amor es cosa de dos. Pero debajo de cualquier pareja, el hombre está solo.
Y bajo las grandes y turbulentas emociones del amor, el [pasto violento, descansa la roca viviente del orgullo de una simple criatura, el oscuro, el ingenuo orgullo. Y más profundamente aún que el lecho del orgullo yace el pesado fuego de la vida desnuda con su extraña conciencia primordial de justicia y su primordial conciencia de conexión, conexión a un fuego vital más profundo aún, aún más [terrible y con la antigua, antigua y última verdad de la vida.
El amor es cosa de dos, y es amable como la vida viviente sobre la tierra pero bajo todas las raíces del amor yace el lecho rocoso del [desnudo orgullo, subterráneo, y más profundo que el lecho rocoso del orgullo está el [fuego primordial del centro que reposa en conexión con el más distante y para siempre [desconocido fuego de todas las cosas y que se mece con un sentido de conexión, de religión y tiembla con un sentido de verdad, de conciencia primordial y es silencioso con un sentido de justicia, el ardiente [imperativo primordial.
Todo esto es más profundo que el amor más profundo que el amor.
(Traducción: Hanni Ossott)