Las naranjas que llegan a España desde Sudáfrica, al menos esas (pero imaginad cómo serán otras muchas de otros lugares) contienen más de 50 sustancias de uso agrícola tóxicas que están prohibidas en la Unión Europea (UE). Así lo revela un informe de la Unió de Llauradors, la organización profesional agraria mayoritaria en el campo valenciano.
Entre las sustancias que se han encontrado figura el paraquat, un herbicida que con las dosis adecuadas afecta al tracto gastrointestinal, riñón, corazón y otros órganos. También han descubierto azinfos metil, prohibido por la Agencia de Protección Ambiental desde 2004 y por la UE desde 2006, insecticida muy tóxico fabricado por Bayer para los anfibios, peces, mamíferos, crustáceos y moluscos.
La Unió trasladará el estudio a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), responsable de la revisión de sustancias activas utilizadas en productos fitosanitarios y de la evaluación del riesgo de los niveles máximos de residuos (LMR) de plaguicidas permitidos en productos de origen vegetal o animal comercializados en la UE.
También presentarán los resultados a la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).
Como revelan los informes oficiales que publica de manera periódica la EFSA, cerca de la mitad de las muestras de alimentos europeos tienen niveles detectables de residuos de cientos de pesticidas. La ingesta de biocidas a través de la dieta es generalizada. La EFSA, no obstante, argumenta que sólo un pequeño porcentaje de las miles de muestras que dieron positivo en los cientos de pesticidas -unos 300 diferentes en las frutas y verduras- superaba los límites legales. Las naranjas sudafricanas directamente llevan productos prohibidos aquí.
Pero hay que saber que el cumplimiento de esos parámetros legales no implica necesariamente ausencia real de riesgo sanitario. Parece claro que legalidad y seguridad no comen del mismo plato precisamente.
Pero contradicciones hay. Un 43,4% de las muestras analizadas por la EFSA contenían residuos de pesticidas. Por ejemplo, un 73% de las peras que se estudiaron dentro del programa de monitorización estaban contaminadas. La normas de control de tóxicos obligan a los países de la UE a analizar doce tipos de productos alimentarios y buscar 213 pesticidas en ellos.
Bueno, pues el 64,7% de las mandarinas, un 60,5% de las naranjas, 57,6% de las peras o un 26,6% de los pepinos, tenían varias sustancias tóxicas en una sola muestra.
Estos productos tóxicos permiten a los agricultores africanos producir cítricos con menores costes de cultivo que a los agricultores europeos.
La organización agraria ha dicho que seguirá realizando estudios de todos aquellos acuerdos comerciales que suscriba la UE con países terceros para
vigilar que no contengan productos fitosanitarios prohibidos", ya que "ponen en riesgo la seguridad alimentaria ".
Estas materias activas, explican, suponen "un posible riesgo para los consumidores" y, al mismo tiempo, "un alto riesgo" para las personas encargadas de su aplicación y para el medio ambiente.
Yo como siempre aconsejo que lo que comamos sea ecológico, bio. Están más limpios de tóxicos y además los resultados de los estudios que ha hecho por ejemplo Dolores Raigón, Doctora en Ingeniería agrónoma por la Universidad Politécnica de Valencia, catedrática de química agrícola, indican que en promedio los frutos cítricos ecológicos presentan un 28% más de vitamina C que los convencionales, la naranja entre ellos.
Las recomendaciones sobre la dosis diaria de ingesta de vitamina C para adultos son de 60 mg/día, por lo que de
manera general, esta cantidad podría alcanzarse con la ingesta de 100g de zumo procedente de naranjas ecológicas o de 200g de zumo de mandarinas ecológicas, mientras que estas cantidades aumentan cuando se trata de frutos convencionales (150g para las naranjas y 250g para las mandarinas).
Es decir, si las necesidades de vitamina C son de 60 mg/día y el zumo de una naranja ecológica los contiene, no necesitamos exprimir dos naranjas convencionales para cubrir esas necesidades.
Lo escribo también por quienes opinan que los alimentos ecológicos son, más caros; una naranja ecológica no cuesta el doble que una convencional, sino menos.
Sobre todo esto va mi próximo libro que en un mes estará en las librerías. Se titula Comida de verdad. Alimentación sin mentiras ni trucos. Y ¡sin tóxicos!