Revista Diario

Más reflexiones sobre cómo comen nuestros hijos

Por Belen
Como ya suponía, mi anterior post ha sido muy comentado. He leído todos y cada uno de los comentarios. Algunas madres me contáis vuestra dura batalla, algunas estáis de acuerdo con mis palabras, otras menos. Quiero escribir más acerca de la comida en los niños porque quiero dejaros claro que no banalizo en absoluto este tema, me parece fundamental y que cuando digo que hay darles un poquito de libertad en la mesa, no lo hago a la ligera.
Es cierto que mi hijo "come", y es más fácil para mi "respetar" las cantidades, el tipo de alimentos que decide comer. También conozco bien de cerca el caso del niño que de verdad no come, que come como un pajarito, que sobrevive con apenas cuatro cucharadas del plato. Sí, sé que esos casos existen, que son durísimos para los padres. Un familiar muy cercano tenía un hijo así. Y digo tenía porque aquel problema se acabó. Su madre luchó incansablemente durante 8 largos años con él, no importaba lo que fuera, carnes, pescados, pollo, legumbres, caldos, verduras,....., nada, y digo nada le gustaba. Sentarle a la mesa era una odisea. Sé que ese niño no comía suficiente, era evidente para todos los que pudimos compartir mantel con ellos en esos años. De repente el hambre llegó a su vida, el hambre junto con el estirón tremendo que le sitúa en un percentil 75 de estatura y 50 de peso. Algo que su madre nunca imaginó.
¿Os acordáis que el pediatra de mi hijo me dijo que en torno a los 7 años de edad los niños tienen un hambre voraz y no hay quién les pare?. Pues eso ha pasado en este caso. Ahora come como una lima, rebaña el plato, moja pan. A su madre se le caen las lágrimas cuando lo ve, prometo que no exagero. Así que sí, os comprendo a todas las madres que me contáis vuestra preocupación, vuestra desesperación.
También os quiero contar algo, yo siempre digo que mi hijo come bien, pero ni de lejos está en el patrón de "niño que come de todo y en cantidad" porque no es cierto. De hecho, si muchas personas vieran las cantidades que pongo en el plato de mi hijo me dirían que le mato de hambre, sí, sí, estoy segura. Nos empeñamos en que los niños tienen que comer cantidades que seguro sus madres no se sirven en el plato ¿a que conocéis casos así?. Y cuando no se lo acaban, o se dejan la mitad, esas madres, muy osadas ellas, afirman que sus hijos no comen.
Esta es una realidad muy habitual. Por eso os quiero aclarar que las cantidades que mi hijo come son las que considero adecuadas para su edad, tamaño y apetito. A estas alturas yo ya sé qué cantidad come, y cuánto se deja si pongo más, así que, ¿para qué malgastar?. Os aseguro que si tiene más hambre pide más comida y come más.
Con respecto a la variedad en su alimentación poco puedo contaros, porque poco es lo que variamos. Se resiste a probar comidas nuevas, ahora la excusa que nos pone es "lo pruebo cuando sea más mayor", ¡no sabe nada!. Las legumbres que toma son lentejas y garbanzos. Las lentejas mejor en puré que sino le dan asquito. Ahí aprovecho para introducir las verduras que no come. Verduras, contadas con los dedos de una mano: espárragos, berenjena, ensaladas, tomates, ...., algunas veces zanahorias crudas y poco más. En las ensaladas aprovecho y pongo rúcula, espinacas, pero no siempre lo acepta de buen grado. Patatas, zanahorias cocidas, calabaza, pimientos, y algo más, intento dárselo con las lentejas. El resto de purés ni los cata. El resto de verduras se niega. Como la hija de alguna mamá que comentó el post anterior, no le gusta el arroz, cosa increíble en un niño. De pastas no le des otra cosa que no sean espaguetis. Croquetas caseras, de vez en cuando empanadillas aunque pocas. El huevo mejor frito, la tortilla ni la prueba.
Las carnes, pescados y pollo sí, lo come y bien. Las frutas, según los días, a veces las coge el solo y otros días tengo que hacer tratos con él para conseguir que se coma una pieza al día.
La leche de vaca no le ha gustado nunca. Precisamente ayer decidió tomarla "blanca", como él dice, es decir sin cacao, y parece que le gustó. Yogures los toma contados, el queso no le gusta, eso sí, para el recreo del cole ahora le gusta llevarse yogures bebidos y similares. Como véis es poco amigo de los lacteos.
Me ha costado mucho que tome meriendas tipo bocadillo, pero poco a poco lo vamos consiguiendo. Ahora que es más mayor hemos podido "pactar" y acepta comerse cada día un buen bocata a cambio de uno de nocilla los viernes.
Los cereales y el pan sí, le encantan y los come a diario.
Como veis él tiene una dieta peculiar y no es perfecta. Pero creo que el niño está fuerte, sano y tiene muchísima energía. Poco a poco va aceptando comer más cositas, aunque cuesta y su apetito es muy variable. Su cuerpecito ha cambiado mucho, nunca ha sido un niño regordete pero se le veía fuertote, ahora es un niño delgadito pero como digo con una energía que nos tumba a todos. Creo que ahí es donde debemos fijarnos, en la actividad física de nuestros hijos, en su ansia de juego. Si los vemos imparables, con ganas de jugar, de correr, de saltar, debe ser que su cuerpo responde favorablemente.
A todas aquellas madres y padres que lo pasáis mal con este tema, os mando todo mi ánimo. Y recordad que los niños, aunque nos pueda parecer mentira, se saben regular. Respetando un poquito sus ritmos, a medida que crecen y maduran mejoran su alimentación.

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