Más sobre Carmena

El equipo de gobierno de la alcaldesa Manuela Carmena ha duplicado el número de cargos de alta dirección de Mercamadrid, la empresa mixta que gestiona el mayor mercado de abastos de España. Durante la etapa de la alcaldesa Ana Botella, el director general de Mercamadrid contaba con tres altos cargos de apoyo en su equipo: un subdirector general, un secretario general y un director financiero. A estos ejecutivos hay que sumar un adjunto al director general, si bien esta plaza ha estado vacante durante los últimos meses. El actual consejo de administración de Mercamadrid, presidido por la concejal Marta Higueras, ha desdoblado el puesto de subdirector general en tres nuevos cargos, cuyos sueldos rondan entre los 75.000 y los 80.000 euros brutos anuales.

La ilusión despertada por las formaciones políticas emergentes, especialmente entre la juventud, lleva camino de desvanecerse cuando alcanzan cuota de poder suficiente para tomar decisiones de responsabilidad suficiente. En los últimos meses, después de las elecciones autonómicas y municipales, se demostró un negocio muy rentable ser familiar, amigo íntimo o allegado a quienes alcanzaron cargos públicos entre los candidatos podemitas. Después de un discurso centrado en la transparencia y en las puertas giratorias, llama bastante la atención el modo de actuar en contra de sus propios principios, convirtiéndose en algo indistinguible de la “casta” que tanto criticaban en su discurso electoralista.

Nunca fue Ana Botella santo de mi devoción, ni entendí como tanto la esposa de D. Felipe González como la de D. José maría Aznar, terminaron por entrar en el mundo de la política; ahora bien, pese a la desconfianza y el desacuerdo, la gestión de la exmagistrada empieza a hacer buena a la responsable del “coffee with milk” que inundó las redes. las preocupaciones de los madrileños no están en el callejero de la ciudad, mientras la economía y los servicios no se han visto mejorados, a la vez que el gasto, lejos de contenerse, sigue incrementándose.

Tengo el convencimiento de que muchos partidarios de la formación morada serán víctimas del desencanto a medida que las responsabilidades de su partido sean mayores, a la vista de las luchas intestinas y, si son medianamente observadores, del modo despectivo e insultante, tantas veces reproducido en este espacio, con el que tratan a sus rivales políticos.