Revista Psicología

Más sobre el lado oscuro de la inteligencia emocional

Por Eveliomartinez

índex

Hace ya tres años (cómo pasa el tiempo), publicaba en este blog la reseña de un estudio que analizaba la cara más negativa de la inteligencia emocional. Según los autores, la capacidad de regular las propias emociones puede favorecer la consecución tanto de buenos como de malos fines, potenciando la relación entre determinados rasgos de personalidad y los comportamientos pro y antisociales.

Pues bien: hace poco me he topado con un artículo publicado en The Atlantic escrito por el profesor en management y psicología Adam Grant, que nos muestra lo que las últimas investigaciones tienen que decir sobre el lado oscuro de la inteligencia emocional.

Según Grant, la nueva evidencia muestra que

when people hone their emotional skills, they become better at manipulating others. When you’re good at controlling your own emotions, you can disguise your true feelings. When you know what others are feeling, you can tug at their heartstrings and motivate them to act against their own best interests.

Y Grant menciona interesantes estudios para apoyar esta afirmación. Por ejemplo: según el profesor de Cambridge Jochen Menges, cuando un líder da un discurso cargado de emoción, es menos probable que la audiencia examine de manera crítica su contenido y, lo que es más, es menos probable que lo recuerde (aunque paradójicamente la audiencia afirme que lo recuerda mejor).

Grant comenta el estudio que ya recibió atención en este blog, y que como comentaba más arriba había establecido la relación entre la capacidad de regular emociones y el tipo de carácter del individuo.

when people have self-serving motives, emotional intelligence becomes a weapon for manipulating others.

Otro estudio interesante fue llevado a cabo por Martin Kilduff, del University College de Londre. Según Kilduff, la inteligencia emocional nos permite expresar un juego de emociones al mismo tiempo que reprimimos otro, por lo que las personas emocionalmente inteligentes pueden moldear intencionadamente la opinión que nos formamos de ellas:

The strategic disguise of one’s own emotions and the manipulation of others’ emotions for strategic ends are behaviors evident not only on Shakespeare’s stage but also in the offices and corridors where power and influence are traded.

A menudo se ha señalado las ventajas y la necesidad de incorporar la inteligencia emocional en la vida laboral, pero según Grant eso depende en gran parte del tipo de trabajo. Dana Joseph y Daniel Newman llegaron a esta conclusión tras examinar 191 trabajos diferentes: en los puestos en los que de manera evidente las emociones ocupan un lugar central, como ventas, atención telefónica,… la inteligencia emocional supone un incremento en la eficiencia; por contra, en aquellos puestos en los que las demandas emocionales son menores, como mecánica, ciencia, seguros,… la inteligencia emocional supone una disminución del rendimiento:

one promising explanation is that these employees were paying attention to emotions when they should have been focusing on their tasks. If your job is to analyze data or repair cars, it can be quite distracting to read the facial expressions, vocal tones, and body languages of the people around you. In suggesting that emotional intelligence is critical in the workplace, perhaps we’ve put the cart before the horse.

En definitiva, como dice Grant:

Instead of assuming that emotional intelligence is always useful, we need to think more carefully about where and when it matters. [...] So if we’re going to teach emotional intelligence in schools and develop it at work, we need to consider the values that go along with it and where it’s actually useful.

 


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