Revista Coaching

Más sobre tomar decisiones

Por Joseluisp

Más sobre tomar decisiones

Recientemente hablábamos sobre los descubrimientos de las neurociencias en el terreno de la toma de decisiones. He recibido algunos correos interesados en el tema lo que me ha llevado a compartir varias de las conclusiones que Jonah Lehner publica en su obra Cómo decidimos.

1.- Los problemas sencillos necesitan de la razón. Según algunos expertos nuestro cerebro racional puede procesar hasta cuatro variables. Otros elevan este número al de siete o nueve. En cualquier caso la capacidad de nuestro cerebro a la hora procesar de forma racional la información es muy limitada. Sin embargo, la lógica es un excelente recurso cuando se trata de decisiones poco complejas, sobre todo teniendo en cuenta que las emociones pueden complicar la toma de decisiones, pues estas contienen algunos instintos que la evolución humana ha convertido en obsoletos.

2.- Los problemas nuevos también necesitan de la razón. Gran parte de nuestro cerebro emocional se basa en respuestas emocionales que hemos desarrollado gracias a la experiencia. Sin embargo, cuando nos enfrentamos con situaciones sin precedentes la experiencia no nos es de gran utilidad. Por ello hemos de recurrir al pensamiento racional si queremos encontrar soluciones. Esto no significa que las emociones sean irrelevantes, pues las emociones nos predisponen a la acción. Así, hay emociones capacitadoras que nos inducen al optimismo o a la creatividad y nos acercan a nuestro objetivo, mientras que hay otras que nos paralizan y pueden alejarnos de él.

3.- Aceptar la incertidumbre. La seguridad y la certeza nos pueden llevar a tomar decisiones equivocadas. Ambas silencian las conversaciones que se producen en nuestra cabeza pues, cuando estamos tan seguros de tener la razón, desatendemos los datos que nos dicen que estamos equivocados. Sólo podemos evitar las trampas de la certeza si recurrimos a la humildad, ya sea considerando hipótesis alternativas, o recordando que hay variables que no conocemos y que pueden desmontar los modelos y teorías sobre los que fundamentamos nuestra decisión. En cualquier caso, estar abierto a la posibilidad de que podemos estar equivocados nos puede dar más poder que el optimismo ingenuo que nos traen la seguridad y la confianza.

4.- Lo que no sabemos. Nunca dejarán de sorprendernos nuestras emociones. Son muy útiles en las decisiones difíciles pues son una ventana al inconsciente. Nuestro cerebro emocional tiene una lógica propia que transforma los errores y experiencias en episodios educativos, codificando los patrones que no detectamos conscientemente y desarrollando respuestas emocionales que se disparan cuando estos patrones se vuelven a producir. Esto no significa que debamos fiarnos siempre de nuestro cerebro emocional. A veces es impulsivo, otras es corto de miras y, en ocasiones, suele sobrerreaccionar. Sin embargo siempre es útil analizar qué hay detrás de nuestras respuestas emocionales.

5.- Pensar en el pensamiento. Conocer cómo funciona nuestro cerebro facilita la toma de mejores decisiones. Escuchar las discusiones que se producen en nuestra cabeza y conocer los fallos de nuestro cerebro nos ayuda a evitar decisiones equivocadas.

En cualquier caso no existe una fórmula mágica para tomar decisiones. Hasta las mentes más atentas y conscientes de sí mismas comenten errores. Sin embargo sí podemos convertirnos en aprendices de nuestros errores, de lo que nos ha salido mal. Después de todo, en palabras de Lehrer, el cerebro humano siempre se mejora a sí mismo para que en el mañana podremos tomar decisiones más acertadas.


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