Revista Cultura y Ocio

Más solos que un dedo

Por Aceituno

La soledad no es sentirse solo, así, en presente. Ni siquiera es el miedo a sentirse solo en el futuro, así, en abstracto. Según yo lo veo, la soledad tiene más que ver con un momento concreto, un momento espantoso y horrible en el que no te cabe duda de que vas a estar solo. Pase lo que pase, esté quien esté, sea como sea, estarás solo.

A mi no de da miedo quedarme solo, ni me duele, ni me siento mal ni nada de eso, al contrario, algunas veces incluso lo agradezco, así que cuando hablo de soledad estoy hablando de otra cosa, estoy hablando de ese momento en el que no querré quedarme solo bajo ninguna circunstancia y que, sin embargo, no podré evitar: por mucha gente que haya a mi alrededor en ese preciso momento, sé que estaré yo solo, que lo que me suceda solamente lo voy a comprender yo y que los intentos de todos los demás por acompañarme serán vanos y superfluos, casi patéticos.

Esa es, para mí, la verdadera soledad, la que no te deja respirar y es capaz de anunciarse mucho tiempo antes, como ahora, que no me siento solo pero sé que lo estaré, sé que llegará ese momento aterrador en el que tendré que padecer yo solo el dolor, la tristeza, el pesimismo… no sé, lo que venga, aunque mi chica me tome de la mano, aunque la habitación esté llena de gente, incluso aunque esté consciente y hablando con normalidad. Lo sé porque ya me ha sucedido, ya he sufrido esa soledad tan sumamente sola y me he quedado de piedra tratando de responder a la pregunta: ¿cómo es posible, con la energía que me llega, con el ánimo tan alto que tengo y con tanta gente aquí apoyándome y apostando por mí… cómo es posible que me sienta tan abandonado?

Naturalmente no he dado con la respuesta. Al menos no con una que me guste y me deje tranquilo. Yo creo que tiene que ver con algún aspecto básico de los seres humanos, alguno de esos matices fundamentales que solemos olvidar cuando pasamos nuestras reflexiones por un tamiz demasiado grueso, pero que luego, en un análisis más preciso surge como de la nada para demostrar que la verdad suele estar, como mínimo, un par de centímetros por debajo de la superficie.

En este caso yo creo que la respuesta es que el ser humano, en esencia, está solo. Y luego, a veces, se siente acompañado, pero no al revés. Es decir, estaríamos hablando de una soledad tan sola que tiene que ver con las características primarias de los seres humanos: que somos seres vivos, que hay machos y hembras, que somos mamíferos, que estamos solos, etc. Así, al menos, es como yo lo veo según mi experiencia: a la hora de la verdad todos estamos solos.

Me suena haber hablado de este tema en algún post anterior. Si es así pido disculpas por aburrir al personal. La verdad es que me cuesta recordar de qué cosas he hablado y de cuales no, pero bueno, al fin y al cabo la idea no es entretener a nadie, sino desahogarme un poco, así que tampoco tiene demasiada importancia, me parece.

Lo dicho, más solos que un dedo. Aunque no lo parezca así estamos.


Más solos que un dedo


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