Me imagino que los niños, cuando están en el parque y pegan berridos porque sus padres les obligan a volver a casa, tienen mucha similitud con los enfermos que no quieren entrar al sanatorio.
No le quiero, ni al un ni al otro. Solo a él.
Me susurra al oído, me roza la piel con las yemas de sus dedos, me mira con la intensidad de siempre. Me dan ganas de besarle. Aun así, hoy solo tiene media hora. Seguro que tiene mil cosas en la cabeza. Me pregunta que por qué estoy tan guapa siempre que me ve, me aparta el pelo de la boca, siempre lo hace. Le tengo enfrente y le digo que le echo de menos, se me escapa una lágrima. Quiero estar en su mente, quiero ayudarle. Queda poco. Quizá sí. No quiero que se sienta mal, quiero que solo ría, que ame, que abrace, que baile. Me coge de la mano y me da una vuelta mientras mueve las caderas. Me hace reír. Me abraza por detrás y me rodea la cintura con sus manos fuertes.
Aun así, me quedo un poco vacía. Pienso en el otro día y en todo lo que le explicaría. Pienso que quiero ir a la playa con él, que le dé el sol, que se duerma sobre la arena y se despierte con la marca del moreno, leerle un libro en voz alta, que me diga que entre mis brazos es donde mejor se está. El otro día, en el césped me dijo: tienes una conversación muy buena. Quiero eso otra vez, quiero sorpresas siempre, quiero la vida intensa siempre, porque si no, se me va. Le voy a llevar bien lejos para que nunca más trabaje en una oficina, para que se sumerja en el mar y luego me cuente que ha visto pulpos y meros y langostas. Que las pesque, las lleve a la orilla, las cocinemos en la lumbre y no dejemos de sonreír.
Antes no me daba envidia ninguna pareja, ahora sí, todo el mundo a quien veo más intenso. Antes no había nadie tan intenso como nosotros, pero me da miedo. Por eso digo que no quiero a nadie, porque quizá solo veré lo negativo, porque quizá veré todas las oportunidades. Porque por él me quedo donde sea, aunque en realidad quiera echar a volar.
Llego a casa y está vacía. Enciendo el altavoz y, mientras escucho música, me voy probando la ropa nueva que me he comprado frente al espejo. Me veo guapa, me gusto, bailo, pero me doy cuenta de que solo pienso en él, de que haga lo que haga, siempre lo voy a echar de menos. Y quiero un sábado tranquilo con él, perder el tiempo con él, que me diga lo guapa que estoy. El otro también me lo dice, tímido. Tú me lo dices porque se te escapa sin remedio, se te llena la boca con esas palabras. Quiero que me veas, me digas lo bien que me queda todo, me ayudes a quitarme los pantalones y me hagas el amor.
A veces, escribo cosas que no pienso, pero ya sabes que por mi cabeza pasan mil ideas sin sentido. No me lo tengas en cuenta, quédate solo con lo bueno. Me haces falta.