Revista Opinión

Más vale prevenir

Publicado el 11 julio 2017 por Elturco @jl_montesinos

Publicado en ValenciaOberta.es

Vaya por delante que me niego a echar la culpa de una catástrofe a nadie que no la tenga. Cuando un rayo o un desalmado provocan un incendio, es del todo absurdo pretender cargar el hecho en la columna del debe de quien esté en el gobierno en ese momento. Es un ejercicio insano de demagogia y falta de respeto. Debajo del cargo político hay un ejército de profesionales dejándose la piel, a veces literalmente, para terminar con los efectos de un suceso cuyo único culpable es un pirómano detestable o un fortuito acontecimiento meteorológico. Buscar manos negras y oscuras conspiraciones urbanísticas ya de paso, es otra de esas muestras de mediocridad intelectual que proliferan sin sonrojo al calor del desastre.

La responsabilidad de quien se supone ha de guardar los bosques y montes es otra. Dicha responsabilidad no se restringe a la cantinela vacía de aumentar el presupuesto un 40% cada año en la partida correspondiente. No señora Oltra. La responsabilidad de la que se debe rendir cuentas, en lo que respecta a las catástrofes, tiene dos vertientes, a saber, que se hizo antes y que se hace después de que ocurran. En qué han gastado ese 40% de presupuesto incrementado antes de que ocurra la catástrofe. No me diga nadie que ese presupuesto se ha tenido que gastar una vez ocurrida. Una cosa es la previsión de contingencias y otra saber que vamos a meter la pata hasta el corvejón y nos va a salir por un pico. Nadie tiene tan mal concepto de sí mismo, y menos el Gobierno del Botánico. Su mantra es siempre gastar más cuando lo necesario es gastar mejor.

No es culpa de nadie, más que de quien lo provoca, que haya incendios. Sí es responsabilidad, no obstante, de quien cuida los montes que estos estén limpios, dificultando al pirómano o al maldito rayo que prenda la llama y se disperse. No permitiendo que el calor y los cristales o los descuidos tengan masa forestal en la que cebarse. Una racha de aire puede hacer el resto. Y ya tenemos la catástrofe. De la misma manera que a fuerza de inundación sabemos que hay que limpiar los cauces, el martillo pilón de los incendios nos enseña que hay que limpiar los montes. Si hay más presupuesto y los montes siguen llenos de matorral bajo y seco, que es el que permite, en primera instancia, el crecimiento del incendio, deberemos apuntarlo en el debe del tripartito. Esto sí es su responsabilidad. Aquí se hace patente que el aumento del 40% del presupuesto ha sido dilapidado y es de esto de lo que se deben pedir explicaciones. Que nadie ha dado, por cierto.

Aquí se cumple de nuevo la máxima de que lo que es de todos no es de nadie. Repítanlo en sus mentes de cuándo de cuándo. Lo que es de todos no es de nadie. Tres per al sac y el sac per terra. Echar balones fuera y hablar de herencia dos años después de estar en el poder. Tirar de retórica y de eslogan. Mirar para otro lado. La lenta burocracia y el sistema anquilosado no ayudan a la transmisión ágil de la información y los métodos. La ignorancia y el hacer política de todo tampoco. La gente muere y todos nos sabemos finitos, y aun así prevenimos y nos cuidamos para estar mejor. Pues con el monte pasa algo parecido. Los bosques también tienen sus achaques, pero un poco de cuidado es la línea que separa un ligero resfriado de una mortal neumonía. Más vale prevenir, que decía el Ramón Ocaña.


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