Durante años, dirigentes de Podemos como Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón o Luis Alegre dedicaron todo tipo de estudios y trabajos a ensalzar el ‘modelo económico’ venezolano. La llamada ‘Revolución Bolivariana’ se convirtió en un referente para los intelectuales comunistas de medio mundo.
El paso del tiempo ha puesto sobre la mesa la dura realidad socioeconómica que atraviesa Venezuela. El ejemplo más doloroso es la tasa de pobreza, que se disparó un 25% entre 2012 y 2013 y convirtió al país gobernado por Nicolás Maduro en la única nación latinoamericana que vivió un aumento en sus niveles de miseria.
Uno de los factores que más ha perjudicado a los venezolanos es el fuerte deterioro de las condiciones monetarias. Así, el índice de hiperinflación que compila Steve Hanke sitúa a Venezuela como uno de los diez países que experimentó un mayor descenso en el poder de compra de su divisa.
Dicho estudio, calculado para el periodo comprendido entre los años 2000 y 2009, apuntaba que la inflación acumulada en Venezuela rebasó la barrera del 565%. Dicha cifra se traduce en un aumento anual medio del 46,2%.
Y después el Sr. Iglesias vende el progreso venezolano y la revolución bolivariana como la panacea para destruir a ese enmigo imaginario, imprescindible en cualquier régimen dictatorial, que son los mercados, la Troika y el capital, responsables del sufrimiento de la clase trabajadora a la que defienden haciéndolos más pobres y mermando los recursos del paísque pretenden gobernar. Conociendo al Sr. Maduro y a su antecesor, no parece difícil entender el programa de la nueva formación política: Eliminar a la casta (actual) y sustituirla por otra diferente (ellos). El egoísmo predicado en beneicio propio.