Fue un viaje muy especial. Esta vez sin la familia, me encontré con un grupo de argentinas que vivimos en diferentes países de Europa. En dos ocasiones coincidimos las 30 que éramos, para comer en un restaurante y hacer un picnic en el Retiro. El resto de los días hicimos diferentes actividades en grupos más pequeños. Como yo estaba compartiendo apartamento con otras 9 mujeres, ha requerido flexibilidad de parte de todas el poder organizarnos.
Partí de Bélgica el jueves 30/4 con 76.7 kilos, 76.8 pesé al regresar: muy contenta considerando que no me privé absolutamente de nada y me costó nada más que 100 gramos.
Fue el resultado de una serie de circunstancias, planeadas algunas, improvisadas otras, que se fueron dando en mi viaje loco:
Idea genial: fruta y verdura en el apartamento. Las chicas ya me conocen bien, fuimos de compras al llegar y nos
aprovisionamos, lo que me resultó de lo más útil para improvisar desayunos y postrecitos con delicadezas locales como los churros/porras y el bocadillo de calamar, y también con especialidades argentinas a base de dulce de leche, que se consigue en Madrid mucho más fácilmente que en Bélgica y no me podía perder. Muy útiles me resultan para viajar el Fitbit y la Bobble: con el Fitbit como pulsera pude medir los pasos sin darme cuenta, pero hay que acordarse de sincronizar con el teléfono antes de medianoche. Hice en promedio más de 20.000 pasos por día, pero me costó que mis amigas me acompañaran en tan largas caminatas, las tuve que ir convenciendo por separado y siempre salí con una diferente. La Bobble me ahorró unos buenos euros con su filtro, así pude recargarla con agua de cualquier grifo y tener siempre a mano para beber.Estoy contenta con el poco alcohol que bebí, las calorías prefiero comerlas y no beberlas, y
con tanta agua no tenía sed, eso me ayudó a solamente tentarme con una copita de vino en algún restaurante, y sangría en el mercado. Creo que el mate amargo ayudó a que no engordara, nunca tomo en Bélgica pero con tantas argentinas fue inevitable. Se dice que tiene propiedades diuréticas y antioxidantes, en mi caso no me puedo quejar porque no engordé nada y creo que mate tiene algo que ver. La visita al Mercado de San Miguel me agarró mal preparada: tenía mucha hambre, era tarde y estaba con una amiga esperando al resto del grupo. Durante algunas horas de espera mientras iban llegando de a poco, fui probando de todo. Puedo decir que me comí el mercado entero, porque dejé pocos puestos sin probar. Algunas de las opciones me resultaron muy buenas en términos de precio y sabor, otras no tanto. Necesito volver varias veces para armar el plato de mercado ideal: llevaría ensalada conmigo, y en la otra mitad del plato una selección de delicias, que las hay muchas para elegir.Necesito ayuda para entender cómo se come en restaurantes en España, a ver si alguna lectora del país me puede dejar un comentario explicándome cómo se hace para comer
con ensalada, porque no las veo en la carta. Cuando fui a comer al medio dia en plan menú con “primero, segundo, postre”, o había ensalada de primero (yo elegí berenjenas crocantes…) o ya no había opción de comer verduras frescas, solamente las verduras que venían acompañando a la carne o al pescado. Extrañé la costumbre belga de servir todo con ensaladita incluida, o la “side salad” que estaba en todas las cartas de Irlanda.
Cuando salimos a cenar, directamente no vi ningún tipo de ensalada ni de verdura: en una mesa larga hemos pedido
muchas raciones de embutidos, quesos, mariscos, paella, etc… y de ensalada o verduras nada. Así fue que comí tanto en esas mesas, todo lo que dejaban mis amigas me lo terminaba con pan, es que el picoteo me mata, dejo de sacar fotos y no paro de comer. Un párrafo aparte merece el helado de dulce de leche de Giangrossi en La Latina: fuimos el sábado y compartimos medio kilo entre 4. Volvimos el domingo y compartimos un kilo entre 8. Eso no está mal en teoría, pero en la práctica después de un par de cucharadas abandonaron todas, realmente era casi como comer dulce de leche puro, delicioso y muy dulce, satisface enseguida, y yo que no puedo parar me terminé el helado y creo que comí un cuarto kilo cada vez. La próxima pediré una porción pequeña para llevar, y lo acompañaré por frutillas/fresas o frambuesas para equilibrar el sabor.
Lección aprendida para mi próximo viaje a España: llevar mis propios tomatitos al mercado y mis propias frutas a la
heladeria, escoger ensalada de primero cada vez que esté como opción, y estudiar por adelantado las cartas de los restaurantes de tapeo/raciones, para ver si encuentro alguno que ofrezca opciones de verduras frescas, o por lo menos preparadas de manera saludable, para combinar con las cosas ricas. A ver si en mi próxima visita al país consigo adelgazar algo, que de tanta caminata lo tendría que haber logrado.