Esta semana toca satisfacer una petición de, una amiga de este blog, que sugirió la masa de hojaldre como objeto de estudio. Lo primero es darle la buena noticia de que, en general, este producto se puede tomar sin preocuparse por sus aditivos. Existe una buena variedad de marcas que no utilizan ninguno, y otras tantas que sí añaden, pero de los que son inocuos para la salud. Esta es la tabla:
Solamente los dos últimos de la tabla incorporan conservantes que, en algunas personas sensibles, pueden generar reacciones alérgicas, pero en la mayoría de la población no. Se trata de ácido sórbico, E-200, y de sorbato potásico, E-202. Como la mayoría de las marcas no utilizan conservantes, parece claro que no son en absoluto necesario, por lo que casi mejor evitarlo.
Mención aparte merece la masa de hojaldre congelada Carrefour por dos motivos: de un lado porque es la única que utiliza grasas vegetales parcialmente hidrogenadas, que no son recomendables para la salud, y de otro lado porque junto a éstas incorpora también grasa animal (cerdo), lo que debe ser tenido en cuenta por los vegetarianos.
Por cierto, hace unos días que la FDA (agencia de salud alimentaria en Estados Unidos) ha anunciado la prohibición del uso de grasas hidrogenadas en alimentación al considerarlas una amenaza para la salud pública. Para ello ha establecido un periodo de tres años para que las empresas las eliminen de sus productos. Con esta medida pretenden reducir el índice de enfermedades cardiovasculares. También existen estudios que vinculan su consumo con el cáncer de mama.
Aquí en España hay algunas cadenas de supermercados, como Eroski o Lidl entre otras, que voluntariamente anunciaron hace tiempo que dejaban de utilizar las grasas hidrogenadas en sus propias marcas. Sorprende que una multinacional como Carrefour no haya dado ese mismo paso en beneficio de la salud de sus clientes.
El caso de la hidrogenación de las grasas me parece interesante porque es el típico avance tecnológico que surge como un gran logro de la ciencia (supuestamente permitía dotar a las grasas vegetales de características similares a las saturadas, pero sin los perjuicios para la salud de éstas), y luego termina en nada. Una vez más se demuestra que no siempre los avances en tecnología alimentaria son positivos. Y una vez más se demuestra que a veces se autoriza el uso de algo nuevo sin investigar sus posibles consecuencias exhaustivamente. Por eso me río yo de quienes, para defender un avance tecnológico en materia alimentaria (por ejemplo un aditivo) utilizan la consabida coletilla de "en base a los conocimientos científicos actuales, su consumo es seguro". Pues bien, estaría bien que admitieran que, ya que a veces los conocimientos científicos actuales son insuficientes, un poco de precaución no está de más.