Aparecen múltiples perfumes, un buró; una mano agarra un perfume del buró en el cual se alcanza a leer la etiqueta de “Hugo Boss”. A continuación, se observa un torso masculino vestido con camisa y saco, se ven unas manos anudándose una corbata. En uno de los dedos se puede apreciar un anillo que presume ser de oro. Se ven unas piernas vestidas con un elegante pantalón. Unos pies calzan unos bonitos zapatos negros de vestir. Una mano ajusta un precioso reloj plateado.
Aparece un espejo, descubriendo así a la persona que se estaba vistiendo con tanta elegancia. Se trata de un atractivo rostro masculino, bien afeitado, tez blanca y pelo corto. El personaje se admira unos momentos en el espejo, esboza unos gestos que muestran satisfacción ante su imagen . Se rocía perfume en la corbata y en el cuello, luego , en el espejo en el cual está reflejándose , se deja ver una destartalada puerta en el fondo, la cual de pronto se abre y una mujer en mandil y de aspecto descuidado entra en la habitación. Se trata de la madre del muchacho.
-Memito, mijo…vente a desa…- la madre deteniéndose en seco, lo barre de arriba a abajo y breves momentos después empieza a mover la cabeza con desaprobación-¿De dónde sacaste dinero para comprar eso?.
La habitación de Memo era un desbarajuste total, el único lugar decente dentro de ella era su buró con el espejo donde se vestía como una persona de la alta alcurnia. Memo, frunciendo el entrecejo, sin dejar de mirarse en el espejo mientras se acomodaba la corbata nerviosamente responde:
-Mamá, te he dicho miles de veces que tengo un empleo de medio tiempo.
-Pos sí mijo, pero no me digas que te pagan la millonada- la madre lo mira con expresión desconfiada, toma un suspiro y agrega- y si fuera así, necesitamos el dinero aquí y no en tus trajecitos de príncipe Carlos que te cargas, lo que saco de la venta apenas si alcanza para comer.
El hijo guarda silencio;mientras, sigue jugueteando con la corbata que ya está perfectamente anudada.
-¿En qué trabajas hijo?- pregunta la madre con una suavidad demasiado artificial.
-¡Mamá, ya te dije que trabajo y eso debería ser suficiente para ti!-replica el hijo volteando la cabeza violentamente hacia la madre. Toma un ligero suspiro y continúa-Necesito este otro traje para impresionar más a los clientes, la presentación vale mucho en cualquier trabajo.
-Pos sí mijito, pero eso no le quita lo tarugo a uno.¡La mona aunque se vista de seda mona se queda!.
-¡Si tanto te importan los billetes verdes te daré unos cuantos cada día, para ver si te callas ese maldito hocico que te cargas!- el hijo, levantando cada vez más la voz, se acerca poco a poco con un dedo amenazador hacia una madre que tiene una expresión entre miedo e ira en la cara.
-¡Cómo te atreves desgraciado infe…!-vocifera la madre volviendo de su asombro con la mano arriba ,lista para caer como una piedra en la cara de su hijo pero no pudo terminar su grito de guerra ya que Memo la avienta dejándola en el suelo. El hijo sale velozmente de la habitación.
Ya en la calle, elegantemente vestido, comienza a pavonearse por la acera con un endiablado aire de soberbia en su ser. Vislumbra una mujer vestida con “caché” cargando un montón de bolsas, las cuales con mucha dificultad, apenas si puede con ellas. Un hombre joven se le acerca. Este hombre va vestido con pantalones vaqueros desgarrados, un piercing en la ceja izquierda, el pelo parado con mucho gel, la mitad de su cabello teñido de “güero”. Es de tez morena, con una barbita de “chivo”, una playera blanca un tanto desgastada, una chamarra encima con la cremallera abierta y unos tenis sucios y gastados. El joven se le acerca a la señora, y con un gesto amable le pregunta si requiere ayuda. La reacción de la señora fue brutal; era como si hubiera visto al mismo diablo encarnado y con una expresión de horror grita cual cerdo en el matadero, soltando así dos de las bolsas que llevaba.
-Escuincle estúpido ¡mira lo que hiciste!-ruge la señora. El muchacho permanece impávido.
-¡Anda, largáte de aquí!- grita la mujer al ver que el joven se queda quieto.
El joven, apenado, se va de ahí. Memo entonces se apresura a acercarse a la señora, que está recuperándose del shock. Las bolsas siguen en el suelo.
-¿Está bien señora?- pregunta Memo mientras recoge las bolsas caídas. La mujer se recupera de su ensimismamiento, mira a Memo, y pareciera como si hubiera visto a un ángel que viene en gloria a llevársela a los campos Elíseos. Se dibuja una sonrisa en su rostro.
-¡Menudo escuincle mugroso! Luego esos son los que asaltan ¡Gracias a Dios no me pasó nada!- se apresura a decir la señora, para disimular su encanto ante la presencia de Memo. Memo carraspea y pregunta:
-¿Vive lejos de aquí señora? Porque si quiere, puedo acompañarla para ayudarle con sus bolsas, no sería problema para mí.
-¡Claro!- responde la señora enseguida, extasiada-¡Que jovencito tan encantador, muchachos como tu ya no hay! .
Se disponen a caminar, y en el transcurso de su viaje los pensamientos de Memo hacen ebullición “Consigue un trabajo honesto,estudia, obedece las leyes,cría una familia, ama a tu esposa e hijos…¡Esas porquerías son para perdedores!. Mi perfume Hugo Boss, mi camisa Paco Rabanne, mi traje Armani, mi corbata Calvin Klein, mis zapatos Lacoste, y mi bonita cara me ayudan a conseguir las cosas que quiero. No tengo que esforzarme demasiado como cualquier otro imbécil de este mundo, digo ¿Qué más puedo pedir?. ¿Que de dónde saco el dinero? Fácil”… Memo y la señora llegan al conjunto de departamentos, y tras subir las escaleras se detienen ante el que presumiblemente es el hogar de la dama…”La gente me ama, confía rápido en mí, me respeta”… Memo se mete la mano a la bolsa del pantalón y se deja entrever el cañon de una pistola…”robar,corromper y aplastar en estos tiempos es tan fácil como contar del uno al tres pero claro, obviamente necesitas ser yo o como yo”.
Memo apunta con la pistola a la señora, la cual ahoga un grito agudo y avienta una de las bolsas al aire del puro susto, de la cual sale una máscara semejante a la de “El fantasma de la ópera”, la máscara rueda por el suelo.
-Tonta caperucita, por confiar en el lobo , ¿Cómo has terminado?- dice Memo en tono burlón, apuntando con la pistola hacia la señora que está aterrorizada sin poder siquiera gritar.
-¿Que esperas, al año nuevo chino? ¡Para dentro! quiero todos los billetitos y cosas de valor anciana asquerosa.- Memo empieza a carcajearse con malicia, encañonando a la señora y obligándola a entrar a su departamento. La máscara yace tirada en el suelo, con una mirada inerte hacia el infinito. Entonces, se escucha el sonido similar al que produce el estallido de una bala dentro de un recinto