Máscaras
Un travesti aparece muerto en el Bosque de La Habana. El policía Mario Conde será el encargado de averiguar quién lo mató y por qué, lo cual lo llevará por el submundo homosexual y transexual de la isla caribeña.
"Máscaras" es la tercera novela de la serie del policía Mario Conde, ambientada en La Habana, en esta entrega en los años noventa del siglo XX. Más que novela policial yo la calificaría de novela negra, ya que la trama es una mera excusa para mostrar los problemas de una sociedad como la cubana, y muy en concreto, el asunto de la homosexualidad y el travestismo. Supongo que lo suyo sería haber leído la serie en orden. A veces habla de asuntos que se nota que han ocurrido en otras entregas.
El autor nos muestra un personaje principal, Mario Conde, bastante en los cánones del género, enfrentado a los manejos de la institución policial, y con una mentalidad homófoba muy acusada, que entrará en contraste con los ambientes del submundo gay de su ciudad, por los que en principio siente rechazo. Sin embargo, vemos si no una transformación, si al menos un cierto respeto al final a esa realidad tan distinta de la suya, debido a su cuasi amistad con un dramaturgo represaliado llamado Marqués, homosexual reconocido.
La trama policial o detectivesca, a mi modo de ver, es lo menos importante, y casi parece transcurrir en un segundo plano. Se limita a unos pocos interrogatorios a testigos o sospechosos y a un par de pruebas. La resolución tampoco es que sea de lo más ingenioso o el culpable una sorpresa. Se ve que al autor le importan más la descripción de la vida de Mario Conde, un policía con veleidades artísticas (escritor), y los problemas de la sociedad cubana.
Lo más destacado de la novela y que marca la diferencia con otras del mismo género, es el estilo del autor, que a veces se desmarca con recursos literarios mainstream como seudo fluires de conciencia, flashbacks de tono poético ambientados en el París de los 70, un cuento escrito por el personaje (que al parecer es muy bueno, se lo dicen todos los demás personajes) y prosa preciosista, cargada de metáforas y simbolismos.
El símbolo juega una gran importancia a lo largo de la historia: la transfiguración de Cristo, las máscaras, los disfraces, el travestismo... Si bien la prosa y el uso de estos recursos está bien, a veces te da la sensación de relleno y de que no avanza la historia principal. Es como un regodeo en su "arte" que ha hecho que a menudo mi mente se dispersara y se saliera de la historia. Siendo breve, a mí se me ha hecho bastante larga, y lo que es peor, la distracción hacía que no me enterara mucho de las pistas, quedándome solo con las digresiones y reflexiones artísticas sobre teatro, el asunto de la represión, la hipocresía, los privilegios de los regímenes totalitarios, etc. También puede ser que el tema no me atrajera mucho.
En resumen, una novela donde, a mi modo de ver, el caso policial yace enterrado bajo toneladas de palabras bonitas, que, bien, pueden ser gratas de leer, pero que a veces interfieren en la comprensión de las pesquisas (que al autor le interesan poco, o eso parece). Pero a los fans de la novela negra podría gustarles.
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