Masculino singular

28 noviembre 2013 por matthewfragel

Se me puede haber escapado algún detalle, que no digo que no. Pero no será por no haber sido minucioso.

Antes de empezar, he limpiado cuidadosamente el espejo con una gamuza de esas de las ópticas. Luego lo he repasado bien de cerca, centímetro a centímetro, huyendo como mejor podía de la luz de la ventana. Cuando he encontrado alguna mota, que reconozco que las había, no he dejado de soplar como el lobo feroz hasta arrancarla de cuajo.

A continuación me he dado una ducha extra larga, rascándome bien los bajos y los altos para que el examen fuera clínicamente impecable. Y concluido el fregoteo, me he plantado en cueros frente a mi cada vez menos misericorde reflejo. Maldita sea la gracia que me hace, que de autoestima no ando yo nunca muy sobrado. Pero que no se diga que no soy un patriota.

Dos horas me he tirado, presidente, que se dice pronto. Empezando por la coronilla y acabando por las plantas de los pies. Dos horas armado con una lupa de diez aumentos, que he paseado por cada poro, por cada pelo, por cada impúdico rincón de piel desnuda. Y nada. Pero nada de nada. Ni cuernos en las sienes, ni élitros en la espalda ni reflejos metálicos de ciborg en las pupilas. Ni alas de Hermes en los tobillos, ni cabellos de Medusa en la nuca, ni quintos o sextos miembros en proceso de crecimiento. Ni el menor rastro que me distinga del resto de mortales con los que comparto pasaporte.

Le aseguro que me jode tanto como a usted, pero estoy en disposición de certificar que soy un españolito de lo más corriente. Así que Paulino, amigo y presidente, me permito discrepar. Más alto o más bajo, más rubio o más moreno, más guapo o más feo, pero no me veo nada singular. Se lo digo con el mayor de los respetos, que yo cuando me pongo soy más institucional que nadie. Pero Picaporte, si pierdes el norte no va haber un dios que te soporte.

Con cariño, aquí su humilde súbdito servidor de usted.