Revista Cultura y Ocio
Fue José Ángel Barrueco quien me recomendó estos Rituales cotidianos, de Mason Currey. Y si hay alguien a quien yo hago caso en estas cuestiones es a José Ángel Barrueco. Así que me hice con este libro. Y disfruté con los rituales y las manías con que más de ciento sesenta escritores, pintores, científicos o músicos se enfrentan al acto creativo.
ERNEST HEMINGWAY (1899-1961)
EN CONTRA de la leyenda popular, Hemingway no iniciaba cada sesión afilando veinte lápices calibre dos. "No creo haber tenido nunca veinte lápices a la vez", dijo a The Paris Review. Pero sí tenía su cuota de manías a la hora de escribir. Escribía de pie, frente a un estante que le llegaba hasta el pecho sobre el cual estaba la máquina de escribir, y encima ponía un tablero de lectura. Componía los borradores a lápiz en hojas de papel cebolla colocadas oblicuamente sobre el tablero; cuando la obra marchaba bien, Hemingway retiraba el tablero y se pasaba a la máquina de escribir. Registraba su producción diaria de palabras en una tabla -"para no engañarme a mí mismo"-, decía. Cuando la escritura no marchaba bien, dejaba de lado la ficción y respondía cartas, lo que le proporcionaba un oportuno descanso de "la horrorosa responsabilidad de la escritura"; o, como a veces la llamaba, "la responsabilidad de la escritura horrorosa".
Mason Currey. Rituales cotidianos. Cómo trabajan los artistas. Turner Publicaciones, febrero de 2014. De la traducción: José Adrián Vitier. Ilustración de la cubierta: Enric Jardí.