A mediados de octubre de 2004, el diputado del grupo parlamentario de Esquerra Republicana de Catalunya, Joan Tardá, presentó una proposición no de ley en elCongreso de los Diputados para que el Estado compensara o restituyera a las asociaciones masónicas hoy existentes los bienes y el patrimonio histórico incautados a todo el colectivo trasla Guerra Civil de 1936-1939. Los republicanos exigían además al ejecutivo que dispusiera una cantidad concreta en los Presupuestos Generales del Estado de 2006 que se destinaría a reparaciones e indemnizaciones para aquellas personas que hubieran sido objeto de represión por sus implicaciones, reales o supuestas (muchos de los detenidos e incluso fusilados en aquella época y acusados de su pertenencia a la orden en realidad no lo eran), con la masonería. En la misma propuesta se requería además a laCámara Baja que reconociera públicamente las aportaciones de esta organización “al progreso del pensamiento social, la causa de la libertad de los individuos y la emancipación de los pueblos”.
En su exposición de motivos, Tardá enumeraba casi una decena de leyes y decretos promulgados por el gobierno de Franco desde 1936 que implicaban “una sistemática actuación contra la masonería desde los organismos estatales” y que se mantuvieron en vigor hasta la desaparición del Tribunal de Orden Público, lo que sucedió más de cuarenta años después, en 1977. Además, recordaba que todas las normas aprobadas durante la Transición, y después, para reparar las incautaciones a partidos políticos, sindicatos y agrupaciones sociales leales a la República no habían incluido a los masones.
No es extraño que fuera Esquerra Republicana de Catalunya la formación política encargada de presentar semejante proposición teniendo en cuenta su origen, tan vinculado a la masonería que hasta su bandera cuatribarrada original es triangular. De hecho, en 2004, el gran comendador delSupremo Consejo Masón de España, Francesc Bosch, grado treinta y tres, y el serenísimo gran maestre adjunto de la Gran Logia Simbólica Española, Santiago Castella, junto con el presidente de su distrito catalano-balear, Genís Morillas, encabezaban la delegación masónica que por primera vez participó mostrando signos visibles de su pertenencia a la organización en la ofrenda floral ante la tumba del ex presidente de la Generalitat Lluís Companys. Companys, como su predecesor Francesc Maciá, ambos dirigentes de Esquerra Republicana de Catalunya, había sido iniciado en la logia Lealtad número nueve de Barcelona.
Numerosos líderes y figuras delindependentismo catalán han militado en las filas de la masonería española, otro motivo por el que esta organización fue especialmente perseguida por el régimen franquista. Políticos como el alcalde de Barcelona y ministro republicano Jaume Aiguadér, médicos como Josep Dencás, Pedagogos como Francesc Ferrer, literatos comoRossend Arús, Historiadores como Víctor Balaguer, economistas como Manuel Serra, abogados como Rafael Closas, comerciantes como Josep Xifré….
Franco dictó la Ley para la Represión de la masonería y el Comunismo el 1 de marzo de 1940. La vinculación de ambas organizaciones se debe a que la mayoría de los masones españoles de la época estaban integrados en partidos de izquierda que, en mayor o menor medida, mantenían contactos con el régimen soviético.
La reglamentación franquista establecía la composición de un tribunal especial para juzgar a masones y comunistas que estuvo vigente hasta 1964, con penas que incluían la incautación de bienes, la cárcel y la prohibición de ejercer un cargo público. Los archivos de este tribunal forman parte del Archivo General de la Guerra Civil Española ubicado enSalamanca y hoy integrado en el Centro Documental de la Memoria Histórica.
Se ha escrito mucho sobre las razones personales que pudo tener Franco para perseguir específicamente a los masones. En realidad, no necesitaba ninguna excusa para enfrentarse con ellos, teniendo en cuenta que ideológicamente estaban muy lejos de su visión del mundo. No obstante, sí es cierto que existen un par de detalles llamativos: su hermano Ramón había sido iniciado en la orden y él mismo había solicitado su ingreso en la logia Lukus de la localidad marroquí de Larache (entonces bajo control español), pero no fue admitido.
La definición de Franco sobre la masonería se resume en la siguiente pregunta de uno de sus artículos (publicados en Arriba): “¿Qué es, en síntesis, la masonería sino una secta secreta que asocia a grupos minoritarios de los países para lograr por el complot, la astucia y la protección extranjera, bajo una disciplina sin límites, apoderarse de la dirección y el mando de las naciones?”
Pero no habían pasado siete años desde su muerte cuando fue consagrada en Madrid, 6 de noviembre de 1982, la Gran Logia de España, que comenzó a gestarse a partir de los contactos que unos pocos masones catalanes residentes en España habían mantenido con las logias de la vecina Francia. En 1974, un grupo de ellos dirigidos por Luis Salat i Gusils deciden agruparse en la Logia Perseverancia, aunque sin depender entonces de ninguna obediencia regular. Más tarde, varios residentes en Gerona fueron iniciados en Toulouse y a partir de 1976 la Gran Logia Nacional Francesa autoriza la admisión de candidatos españoles en Perpignan. Muchos de aquellos que por entonces pasaban la frontera con la excusa de ir a ver la entonces polémica película El último tango en París, censurada en España, aprovecharon estos viajes para recabar información o presentar sus candidaturas masónicas. En 1979, Perseverancia fue regularizada y consagrada; junto a otras dos logias catalanas dependientes de Francia y junto a la primera logia constituida en 1980 en Madrid (la Concordia número 257) se crea la Gran Logia de Distrito de España, que entonces contaba con setenta miembros.
En octubre de 1980 el Ministerio de Interior dio el visto bueno a la legalización de la asamblea masónica y, finalmente, dos años más tarde, el gran maestro de la Gran Logia Nacional Francesa, Jean Mons, consagraba la de España, nombrando gran maestro de la misma a Salat y abriendo así el camino a su reconocimiento internacional, que se produjo a lo largo de los años siguientes.
fuente: Las claves de El símbolo perdido (Pedro Pablo G. May)