Mucho ojo: pero no alucinógeno. Porque la Orden no es un porro, ni unos tiritos, ni unas dosis (no digamos ya sobredosis).
La alternativa: pasearse por la Masonería o ser masón. Lo primero suele tener motivaciones alucinógenas; lo segundo, constructivas (ser personal, ser social, sociedad).
Reflexiones al hilo del viaje al Congreso Regional de junio, en Auch. Uno para todos.