Por Pedro-José Vila Santos
Seguramente las respuestas a la pregunta serán tantas como
miembros de la masonería a los que se les haga. Irán desde “por curiosidad”
hasta “por conocer gente”, pocos o ninguno podrán decir que llegaron buscando
lo que realmente se puede encontrar porque nadie podrá explicar con claridad la
verdadera razón del Arte, su más íntimo ser y su aplicación personal y
finalista, buscar el, mejor aún, trabajar en pro del, Progreso de la Humanidad.
Es fácil hablar de los principios, igualdad, fraternidad,
libertad, aunque luego y a poco que se escarbe nos encontramos con que algunos
de ellos se cumplen de una manera bastante relativa. Igualdad, cuando sólo se
admite a una parte de la humanidad. Fraternidad, y no somos capaces de mantener
un elemental comportamiento fraterno (no hablo de amistad que eso está en otro
estadio) con quien no responde a nuestros parámetros de convivencia porque, en
ocasiones, la ausencia de empatía es manifiesta y el esfuerzo por resolverlo
mínimo. Libertad, cuando nos pasamos la vida ocultando nuestra condición
masónica en base a disculpas que únicamente encubren nuestro miedo y por tanto
son una cadena que nos impide volar, liberar nuestra mente y llevarnos hacia el
ejercicio del pensamiento crítico. Es fácil hablar de internacionalismo, lo
difícil es que ese concepto no se transmute en imperialismo o neocolonialismo
intelectual, porque no se trata tanto de abarcar todo el mundo sino de la
manera en que esto se lleva a cabo.
Pensamos en la tolerancia como una de las virtudes masónicas
y no entendemos que no es tanto un “yo te tolero” como un “yo respeto tu manera
de pensar” (cuando esta es respetable, por supuesto, que ya sabemos que no
todas lo son), “yo trato de ponerme en tu lugar” y a partir de ahí entender tu
derecho a ser diferente a mí, y a saber que a pesar de esa diferencia, además,
podemos trabajar juntos y nos enriquece a ambos. Esto tampoco es fácil de
explicar, bueno sí, lo difícil es entenderlo sin vivirlo.
Quizás alguien diga que busca un camino iniciático, aunque
desconozca cómo es el camino o a donde conduce, hasta el punto de que una vez
en él se percate que no es el que buscaba. O simplemente lo iniciático no es
más que un ejercicio de soberbia intelectual, un ponerse por encima de los
demás porque ya se sabe que en la escala iniciática quien está más arriba es
fácil que, si no pone cuidado, tenga un pie sobre la cabeza de alguien.
Así pues, lo importante no es tanto lo que nos trae aquí
como en que nos convertimos cuando estamos aquí, cuando entendemos el método y
cuando asumimos que nuestras imperfecciones deben ser pulidas hasta conseguir
la piedra más perfecta que podamos, nunca lo suficiente.
Fuente: asturmasoneria