Revista Cultura y Ocio

Masonería y anarquismo, en Voline

Por Ritofrancesmoderno

Voline

Vsevolod Eichenbaum, más conocido por el seudónimo de Voline, nació el 11 de agosto de 1882 en Rusia.

Autor de La Révolution inconnue (La Revolución desconocida), su obra maestra, libro de cabecera de muchos jóvenes libertarios del mayo francés.

Iniciado en la logia Clarté (Claridad) de París, federada en el Gran Oriente de Francia, fue miembro de la logia La Parfaite Union (Perfecta Unión), de Marsella, también del GODF.

Ejemplar militante anarquista al mismo tiempo que excelente masón, respondió así a una entrevista de la Revue Anarchiste (Revista Anarquista), que deseaba saber si el ser anarquista era compatible con ser francmasón:

Por lo que yo sé, la tarea fundamental de la Francmasonería es la búsqueda de la verdad, es decir de soluciones tan posibles como justas, exactas y fecundas, a problemas filosóficos, sociales, económicos y de otra índole. Hay dos maneras de realizar estas búsquedas: la individual (trabajos científicos personales, estudios de cámara, lecturas, experimentos de laboratorio, etc.) y la colectiva (conferencias, coloquios, debates dialécticos, etc.). Ambas son buenas, se completan mutuamente y el mejor situado es el buscador que puede hacer uso de una y otra. La asociación de la Francmasonería ofrece a sus miembros los medios de búsquedas colectivas. Pienso que, en su género, (la Francmasonería) es única. Y añado que no solamente lleva a cabo estas búsquedas sino que, por sus métodos, las hace al mismo tiempo -a ellas y a sus resultados- accesibles a gran número de personas, las populariza. Sin duda alguna, la persecución de semejante tarea no es incompatible con ser anarquista. Antes al contrario, estimo que es muy útil para un anarquista escuchar un poco las opiniones de su entorno y acciones habituales, enfrentar sus opiniones y convicciones con las de otros. Esto le resulta útil, pues así halla una buena ocasión de verificar, probar y consolidar sus convicciones. Al mismo tiempo, es muy útil para los otros y para la causa global, pues la idea anarquista encuentra ahí una ocasión para mejor darse a conocer en su verdadera luz, para hacerse examinar, comprender y estimar.

La Francmasonería -me refiero a la Francmasonería francesa, que es la que conozco un poco- es ante todo un círculo filosófico de librepensadores, de buscadores libres. La actividad colectiva de los Francmasones les incita a reflexionar, escrutar, estimar la opinión del prójimo, a amar la verdad, proclamarla y aplicarla. En mi opinión, a un anarquista le conviene perfectamente participar en esta actividad, como también formar parte de una asociación musical, literaria, artística o del mismo género.

Hay otras tareas que la Francmasonería se impone, tales como, por ejemplo: la educación moral y social del individuo, la aspiración a un ideal elevado (libertad, igualdad y fraternidad verdaderas), la práctica de la solidaridad, etc. Personalmente, me intereso en la tarea señalaba más arriba. Pero cada miembro de la asociación es libre de interesarse y comprometerse en otras tareas. Separadamente o en su conjunto, no son de ningún modo incompatibles con la calidad de anarquista. Para terminar, afirmo categóricamente que, por mi parte, no encuentro absolutamente nada, en los principios o en la actividad de la Francmasonería, que fuera incompatible con mi calidad de anarquista. Y pienso que todo anarquista que pretenda educarse de una forma más amplia, y que también desee colaborar en la educación de los otros, debería formar parte de esta asociación. Ganaría él con esto, y ganaría su causa igualmente”.

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