Maspalomas; miedo a la sociedad y a la vejez

Por Victor Fernández.

Maspalomas se abre con un planteamiento cargado de promesas, revestido de un tono sugerente que parece querer empujar al espectador hacia un territorio atrevido y poco transitado. Ese arranque respira voluntad de riesgo, con una fuerte carga sexual expicita. Sin embargo, conforme la narración avanza, la película se repliega sobre sí misma y abraza un modelo más acomodado, más cercano al drama sentimental contemporáneo de manual que a la singularidad que insinuaba en su arranque. Maspalomas; miedo a la sociedad y a la vejez Este tránsito, que podría entenderse como búsqueda de accesibilidad, se revela más bien como renuncia a la complejidad inicial. El guion opta por ablandar sus aristas y emocionar a golpe de recursos reconocibles, sacrificando la posibilidad de un estudio más profundo de sus personajes. En ese sentido, lo que empieza con un aroma de exploración audaz sobre la homosexualidad y el sexo en la vejez, termina pareciéndose más a la senda recorrida por tantas ficciones televisivas de los últimos años, donde lo dramático se impone sobre lo incómodo. Un camino más seguro, pero también menos memorable.La inclusión de la pandemia de Covid-19 es quizá el ejemplo más claro de esta deriva. Su presencia carece de un verdadero desarrollo temático: funciona, simplemente, como catalizador de la tragedia y detonante de la muerte de un personaje. Frente a lo que podría haber sido una reflexión incisiva sobre el confinamiento, el aislamiento y la vulnerabilidad, la película reduce el virus a un mero dispositivo narrativo, lo que limita su impacto. Algo similar ocurre con la alegoría final del encierro sexual del protagonista, presentada como metáfora contundente pero demasiado verbalizada, forzada en su afán de redondear el discurso. Lo que podría haber emergido de manera más orgánica se convierte, así, en un subrayado excesivo. Maspalomas; miedo a la sociedad y a la vejez Otro elemento que comparte este problema es la dimensión política, explicitada a través de referencias a Vox o a la figura del “macho” español. Aunque no carece de pertinencia —y conecta con debates contemporáneos sobre masculinidad y conservadurismo—, su exposición resulta a menudo demasiado directa, como si la película necesitara asegurarse de que su postura quedara clara sin lugar a ambigüedad. El efecto es similar al de ciertos filmes de denuncia social recientes que, en su afán por remarcar la tesis, sacrifican sutileza y capacidad de sugerencia.Con todo, Maspalomas no carece de méritos. Su uso de lo cómico, por ejemplo, funciona como válvula de escape frente al dramatismo, desprendiendo con inteligencia parte del peso emocional. Y, sobre todo, destaca la interpretación de Jose Ramón Soroiz, que aporta veracidad, calidez y humanidad en cada una de sus apariciones. En él se concentra una parte esencial de la autenticidad de la película, y su trabajo logra sostener algunos tramos donde el guion pierde fuerza. Maspalomas; miedo a la sociedad y a la vejez En definitiva, Maspalomas se erige como una obra irregular, atrapada entre el impulso inicial de la audacia y el refugio posterior de lo convencional. Si bien consigue emocionar y conectar con un público amplio —algo nada desdeñable—, sus excesos de subrayado y su inclinación a fórmulas conocidas la alejan de la resonancia que podría haber alcanzado. Una película que empieza en el terreno de la sugerencia y la provocación, pero que pronto se acomoda en el drama sentimental, dejando tras de sí tanto la satisfacción inmediata como la sensación de oportunidad perdida.

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##check## Lo bueno

La interpretación de Jose Ramón Soroiz.
El uso inteligente del humor como descompresión dramática, y un arranque que promete riesgo y singularidad.

##times## Lo malo

El guion se acomoda en fórmulas previsibles, abusa del subrayado en lo político y en lo simbólico (Covid-19, masculinidad, represión sexual), y renuncia a la hondura psicológica que insinuaba.

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Ambientación 7.0

La localización y el aire insular transmiten autenticidad, aunque sin alcanzar un verdadero aprovechamiento poético. La parte de la residencia consigue introducir dramatismo y humor, a la vez que trasmite encierro.