Mass es probablemente una de las mejores películas de 2022. Una modesta obra que plantea un intenso drama con apenas cinco elementos principales: cuatro actores y un escenario. La ópera prima del actor Fran Kranz -dirige y escribe el guión- no necesita de más elementos -ni siquiera recurre a la música extradiegética- para subyugar al espectador y llevarle al extremo de sus emociones a través de la ordalía que viven los personajes en la pantalla. No revelaré el argumento del film, porque es mejor descubrirlo en la sala de cine, pero puedo decir que, tras un breve prólogo que sirve para establecer el tono y las claves del relato, Mass se desarrolla en tiempo 'real' al enfrentar a sus cuatro protagonistas, interpretados por unos estupendos Ann Dowd, Jason Isaacs, Martha Plimpton y Reed Birney. Si bien es cierto que, por sus características, la acción de esta película sería fácilmente trasladable a un escenario, no puedo decir que estemos ante un film teatral. Los diálogos, los silencios y el uso de la cámara, que establece relaciones, espacios y distancias entre los actores, me parecen cinematográficos. El objetivo capta gestos, dudas y desenfoca a personajes en segundo plano consiguiendo efectos dramáticos que son los del cine. Y lo que se cuenta en el transcurso de la reunión de esos cuatro personajes son dos historias. Una, la que vemos en pantalla: a seres humanos rotos que luchan por expresar un dolor que no se puede racionalizar ni mucho menos poner en palabras. La película habla de la pérdida, de cómo buscamos a alguien a quién culpar de las tragedias, de cómo necesitamos explicaciones para la existencia del mal. Se habla también de la responsabilidad, del amor y de las aspiraciones de los padres con respecto a sus hijos. ¿Hasta qué punto un hijo es la extensión de la vida y las ilusiones de sus progenitores? Luego hay una segunda película en Mass, que se dibuja de forma magistral en nuestra imaginación gracias al relato de los personajes que van completando un puzle que refleja una problemática social vigente sobre todo en Estados Unidos. Por último, no por casualidad la película se titula Mass/Misa: toda la acción ocurre en una parroquia y concretamente en una pequeña sala a la que Kranz le da bastante protagonismo, convirtiéndola en una especie de lugar místico, aislado del mundo, en el que pueden ocurrir, quizás, milagros. El clímax y el epílogo de esta obra tienen una fuerza tremenda y una sorprendente capacidad de catarsis emocional que en mi opinión solo está en las grandes películas, incluso en los clásicos.
Revista Comunicación
Mass es probablemente una de las mejores películas de 2022. Una modesta obra que plantea un intenso drama con apenas cinco elementos principales: cuatro actores y un escenario. La ópera prima del actor Fran Kranz -dirige y escribe el guión- no necesita de más elementos -ni siquiera recurre a la música extradiegética- para subyugar al espectador y llevarle al extremo de sus emociones a través de la ordalía que viven los personajes en la pantalla. No revelaré el argumento del film, porque es mejor descubrirlo en la sala de cine, pero puedo decir que, tras un breve prólogo que sirve para establecer el tono y las claves del relato, Mass se desarrolla en tiempo 'real' al enfrentar a sus cuatro protagonistas, interpretados por unos estupendos Ann Dowd, Jason Isaacs, Martha Plimpton y Reed Birney. Si bien es cierto que, por sus características, la acción de esta película sería fácilmente trasladable a un escenario, no puedo decir que estemos ante un film teatral. Los diálogos, los silencios y el uso de la cámara, que establece relaciones, espacios y distancias entre los actores, me parecen cinematográficos. El objetivo capta gestos, dudas y desenfoca a personajes en segundo plano consiguiendo efectos dramáticos que son los del cine. Y lo que se cuenta en el transcurso de la reunión de esos cuatro personajes son dos historias. Una, la que vemos en pantalla: a seres humanos rotos que luchan por expresar un dolor que no se puede racionalizar ni mucho menos poner en palabras. La película habla de la pérdida, de cómo buscamos a alguien a quién culpar de las tragedias, de cómo necesitamos explicaciones para la existencia del mal. Se habla también de la responsabilidad, del amor y de las aspiraciones de los padres con respecto a sus hijos. ¿Hasta qué punto un hijo es la extensión de la vida y las ilusiones de sus progenitores? Luego hay una segunda película en Mass, que se dibuja de forma magistral en nuestra imaginación gracias al relato de los personajes que van completando un puzle que refleja una problemática social vigente sobre todo en Estados Unidos. Por último, no por casualidad la película se titula Mass/Misa: toda la acción ocurre en una parroquia y concretamente en una pequeña sala a la que Kranz le da bastante protagonismo, convirtiéndola en una especie de lugar místico, aislado del mundo, en el que pueden ocurrir, quizás, milagros. El clímax y el epílogo de esta obra tienen una fuerza tremenda y una sorprendente capacidad de catarsis emocional que en mi opinión solo está en las grandes películas, incluso en los clásicos.