Los concursos de cocina tienen un gran problema de base y es que para valorar algo así hay que probar los platos y es algo que tan sólo está reservado a los jueces del programa. No es lo mismo por ejemplo un concurso de música o como el de maestros de la costura en donde como espectadores podemos ver los resultados y dar nuestra oponión. En un programa como Master Chef tenemos que fiarnos del criterio profesional. Lo que podría resultar interesante entonces es ver cómo preparan los platos, cómo superan los diversos retos y si tuviera un punto didáctico mejor, que una vez visto tal o cual elaboración uno en su casa pudiera intentarlo. El problema es que esa parte se la reservan vendiendo libros y con la famosa escuela de cocina on line, que básicamente son gente cocinando y explicando cómo lo hacen, algo que sería más interesante que lo hicieran en el propio Master Chef. El problema con este concurso es que partimos de un punto de partida equivocado y es el de pensar que Master Chef es un concurso de cocina, cuando de lo que realmente se trata es de un reality en donde gente cocina. Lo importante no se trata si cocina o no bien sino de buscar una serie de personajes que den más o menos juego y a partir de ahí inventarse relatos que justifiquen más o menos los comentarios y las diversas expulsiones. Lo que muchas veces no se valora lo que han trabajado sino el juego que le puedan sacar y hacer show. Quizás en esta última edición de famosos se ha visto con más descaro, como cuando han repescado a Ana Obregón para que pudiera haber ese enfrentamiento con su archienemiga Antonia Dell´Atte para volverla a expulsar poco después porque el personaje ya no daba para más o cómo alguien que empezó trayendo un plato que ni siquiera había hecho ella como ha sido Tamara Falcó acaba ganando tan sólo para tener en plató a Isabel Presley y a Mario Vargas Llosa. No se puede dejar nada al azar y cuando ponen los comentarios de personas ajenas al programa se nota demasiado que buscan aquellas que vayan con el relato que nos quieren contar. Por ejemplo en el programa de ayer en el que se celebró la final en la prueba de exteriores en donde se escogía al segundo finalista todo era negativo excepto el plato que presentó a la que les interesaba a ellos que saliera. En otros casos la manipulación ha sido mucho más evidente, ante trabajos similares y comentarios parecidos el resultado en un caso ha movido la balanza a favor del concursante y en otras en contra. También han resultado incongruentes con su opinión. Al enfrentar a dos concursantes, uno valorarlo bien y a otro mal y expulsar al que lo había hecho mejor. Lo que importa para ganar MasterChef no es ni cocinar bien, ni trabajar duro sino simplemente tener buena imagen, ser un personaje para crear una historia y tener una bonita sonrisa para vender muchos libros. Después de tantas ediciones el resultado de ayer es otro ejemplo en este sentido. Da igual lo que hiciera el actor Felix Gomez, el premio a Tamara ya estaba dado nada más empezar esta edición. Todo lo que han hecho ha sido encaminado a ello.
Frente a un concurso tan manipulado como este tenemos en Netflix uno de los más divertidos que nos podemos encontrar, Nailed it, ahora también conocido como Niquelao. Ahí se busca reposteros completamente amateurs que intenten replicar grandes postres, el resultado es que sale mal Pero resulta interesante porque nos acerca un poco más al concursante. Muchos de nosotros que no tenemos práctica en la respostería seguramente acabaríamos haciendo algo así. Aquí también tenemos tres jueces, pero frente a unos comentarios que en algunos casos rozan la falta de respecto, me refiero a Master Chef, aquí es todo lo contrario. Sin faltar a la verdad son capaces de decir las cosas de una forma amable y constructiva poniendo énfasis en las cosas buenas. En Master Chef siempre todo mal. El único día en donde dicen algo bueno es cuando termina y siempre buscando la puntilla. Buscar el conflicto por el conflicto resulta molesto, en cambio oir las cosas de una forma más amable resulta más productivo. Aquí sí que nos explican cómo se hacen los postres y nos dan una idea de cómo podríamos hacerlo nosotros. El concurso se divide en dos pruebas y mientras que la segunda tiene una gran dificultad en la primera las cosas parecen más asequibles. Frente a lo tosco, guionizado y manipulado de Master Chef es de agradecer un concurso divertido y educativo como Niquelao. En Netflix tenemos ya varias temporadas, la americana, la edición normal y navideña así como las versiones de otros países. Los primeros han sido los mexicanos y ahora también tenemos la versión francesa y española.