Un cigarro,
otro,
un puro,
un trago de whisky,
otro,
una calada,
ceniza en mis pantalones.
No escribo nada,
ojos en blanco,
un café,
tres de la mañana,
una pipa,
otro whisky,
sigo sin haber escrito nada.
Mierda, las cinco de la mañana
y me he quedado dormido
sin haber tecleado nada.
Pongo música,
no ayuda.
Quito la música,
recuerdo algo.
He soñado algo:
¿He sido gato?,
quizá en otra vida pasada
o quizá en esta.
Gato negro
de bigotes largos,
callejero,
nocturno,
gatopardo.
No le busques tres pies al gato,
es un sueño
de mi cabeza,
seguro que hay gato encerrado.
Sin embargo…
siempre he creído que yo era gato,
arisco,
araño,
ronroneo cuando te sueño,
no me lamo
porque no me llego.
Por cascabel el tintinear
de los hielos en el vaso.
Ahora que vivo en Madrid
soy aún más gato callejero
y en cada esquina mato
las vidas que no quiero.
Un trago de whisky,
un pitido de móvil,
un mensaje suyo:
He soñado contigo
y un gato negro
y me he despertado.
Mi respuesta:
No dejes que te de
gato por liebre.
Tu serás mi gata
sobre el tejado de zinc
pero si yo no soy
tu gato con botas,
entonces:
Mata al gato,
mata al gato,
mata al gato.
Ahora, por el momento,
voy a maullarle a la Luna
y a gritarle que soy eterno.
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