Revista Cultura y Ocio

Matadero v, kurt vonnegut

Publicado el 26 febrero 2015 por Ana Ana Fidalgo
MATADERO V, KURT VONNEGUT
EN EL ÁMBAR DEL MOMENTO
Matadero V, Kurt Vonnegut,1969

Pilgrim es un peregrino a la deriva. Porque una vez que la vida ha golpeado con el puño helado de la sinrazón, la razón solo puede desembocar en un viaje sin rumbo, como solución compasiva que la propia conciencia dañada proporciona para anular el dolor.
Lo particular de este héroe de guerra es que no es ningún héroe: no actúa, sino que es una víctima pasiva y aquiescente de las circunstancias; no reflexiona, sino que viaja en el tiempo, un método eficaz para evadirse del presente; no sufre, sino que parece aceptar su destino con la naturalidad con que una flor acepta ser arrancada o un cerdo ser sacrificado:

Billy se paso la lengua por los labios, se quedo pensando un momento y al final preguntó:
-¿Por qué yo?
-Esa es una pregunta muy terrenal, señor Pilgrim. ¿Por qué usted? ¿Por qué nosotros?, podríamos decir. ¿Por qué cualquier cosa? Porque este momento, sencillamente, es. ¿Ha visto usted alguna vez insectos atrapados en ámbar?
-Sí -repuso Billy, que recordó el pisapapeles que tenia en su oficina: era un bloque de ámbar pulido, con tres mariquitas aprisionadas dentro.
-Bien, aquí estamos, señor Pilgrim, atrapados en el ámbar de este momento. No hay ningún porqué.

Billy Pilgrim está atrapado en el ámbar del momento. No hay ningún porqué.
Lo particular de esta novela es que no es una novela:  la trama pierde la cordura temporal igual que el personaje pierde la suya, como trasunto de su fluir cronológico, de su propia lógica vital. Porque Billy sabía algo, que había aprendido de su secuestro por los extraterrestres tralfamadorianos:

Cuando llegaron al matadero Billy no bajó de la carreta. Prefirió tomar el sol. Los demás fueron a la caza de recuerdos. Más tarde, los tralfamadorianos enseñarían a Billy que lo importante era concentrarse tan sólo en los momentos felices de la vida ignorando los desdichados, disfrutar de las cosas bonitas puesto que no podían ser eternas. Si tal selección fuera posible– -pensaría Billy muchos años después-, habría escogido como el momento más feliz de su vida aquel en que tomaba el sol dormitando en la parte trasera de una carreta de color verde y en forma de ataúd.

Billy es un peregrino fragmentado en una novela fragmentada, como un espejo roto que transmite muestras rotas del trauma de la guerra. Billy es optometrista, un experto en la multiplicidad óptica, como símbolo de la fragmentación de su realidad tras la experiencia bélica. Los fragmentos rotos pueden engañar, pero Billy sabe que no hay dolor si has decidido ignorarlo, si sientes que un momento al sol en una carreta con forma de ataúd, en un Dresde arrasado por las bombas y sepultado de cadáveres, es el momento más feliz de tu vida. Es cierto: no se debe cuestionar el porqué. Somos solo insectos atrapados en el ámbar del tiempo, apresados en un instante. No toda experiencia bélica ha de ser traumática de un modo metafísico: los seres sencillos encuentran salidas sencillas para canalizar el dolor, aunque se trate de un determinismo básico para desalojar el cinismo de la conciencia; la pasividad irritante de un Cristo, de un Buda, de un Gandhi. Después de todo, Billy lloraba, suavemente, aunque a veces el motivo de su pena bien mereciera un buen llanto.

MATADERO V, KURT VONNEGUT

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