Cuando las decisiones se toman por presiones externas, atendiendo únicamente a criterios electoralistas y sin tener en cuenta la opinión y los estudios de los especialistas, los resultados pueden ser muchas veces los contrarios a los esperados. Es más, en muchas ocasiones, el supuesto problema que se pretendía resolver, no solo no se resuelve sino que se agrava.
Un ejemplo muy claro de esta estrategia fallida son los descastes y matanzas de depredadores con objeto de reducir la mortalidad de sus presas. Estas acciones se hacen con lobos, con zorros, con cormoranes, con garzas y con cualquier otra especie que ponga en peligro a aquellas especies que tienen interés económico, o incluso deportivo, para el ser humano.
El último caso de este tipo de acciones fallidas ha ocurrido en el estado de Oregón (EEUU), donde tras las incesantes presiones del sector de la acuicultura, la administración emprendió una matanza sin precedentes de leones marinos, charranes, gaviotas y cormoranes de la especie Phalacrocorax auritus (muy similar a nuestro cormorán grande), con el fin de "salvar" sus cultivos de salmones de piscifactoría. En el caso de los cormoranes, entre 2015 y 2017, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EEUU mató 5,576 aves y destruyó 6,181 nidos de esa especie, esperando con esa acción que los beneficios de esas empresas se incrementaran y de paso aumentara la supervivencia de los salmones salvajes que desovaban aguas arriba de las piscifactorías situadas en el río Oregón.
Descaste de cormoranes en la colonia de East Sand Island
Pero contrariamente a lo esperado, los resultados de esas matanzas no sólo no solucionaron el problema sino que aumentaron la presión sobre la población salvaje de salmones, ya que la depredación de juveniles se triplicó. La razón fue que los cormoranes que no habían sido aniquilados se movieron hacia los tramos altos del río, creando nuevas colonias donde antes no había ninguna y aumentando el censo de algunas de las pequeñas colonias dispersas. En 2017, después de dos años de matanzas continuadas, la mayor parte de la colonia de cormoranes situada en East Sand Island abandonó la isla, en un evento que la Sociedad Audubon denominó un "colapso catastrófico" de la población más grande de cormoranes de doble cresta en el mundo
Cambio de ubicación de la colonia de Phalacrocorax auritus (Imagen: Elise Furlan)
Al mismo tiempo que se produjo el abandono de la colonia, la pequeña colonia del puente Astoria-Megler, muchos kilómetros aguas arriba de la desembocadura, incrementó su población exponencialmente. Debido al cambio de ubicación de las colonias, los cormoranes que antes nidificaban en el estuario, donde incluían en su dieta otras muchas especies de peces aparte de los salmones, sobre todo marinos y estuarinos, al subir aguas arriba se encontraron con un medio menos diverso, donde las especies predominantes eran el salmón y la trucha arcoiris, por lo que la presión sobre estas especie se incrementó.
En palabras de James Lawonn, el biólogo del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Oregon a cargo de esta campaña de descaste, después de estos datos se "espera poco o ningún beneficio para la supervivencia" de los salmones jóvenes que nadan en el estuario del río Columbia con este plan federal de manejo.
Después de los miles de cormoranes matados y los miles nidos destruidos y tras confirmar el estrepitoso fracaso de esa medida, la propia administración, que había cedido ante las presiones de los piscicultores, ha decidido que lo mejor es que las cosas vuelvan a su estado inicial, o sea, dejar de matar cormoranes y favorecer que estos vuelvan a ubicar sus colonias en East Sand Island, tal como ya había informado el profesor de ecología de la Universidad Estatal de Oregón Dan Roby, en el informe que le solicitó la administración antes de comenzar la matanza y que no fue tenido en cuenta. Según sus palabras en aquel momento "Si hay un lugar en el estuario del río Columbia en el que sería mejor que los cormoranes anidaran, y me refiero a su efecto en la supervivencia del salmón y la trucha arcoíris, este sería la isla de Sand East".
Mientras se incrementa el número de estudios y precedentes acerca de la ineficacia e incluso de los efectos contraproducentes de los descastes de cormoranes, en España se sigue cediendo a las presiones de los pescadores, incrementando el número de animales sacrificados y extendiendo estos planes por cada vez más cuencas fluviales.
Ya se ha encontrado al cabeza de turco y de esa forma se seguirá desviando la atención sobre los verdaderos problemas de los salmónidos y de los ríos, al fin y al cabo, cuando la poltrona está en juego, a quién le importan unos miles de cormoranes muertos.