Matar un ruiseñor es uno de esos clásicos modernos que parecen estar en todas las listas de imprescindibles. O al menos, deberían. Durante muchos años fue la única novela de su autora, escrita en 1960. Es una obra mítica cuyo éxito se acentuó con la película de 1962, protagonizada por el famoso Gregory Peck, uno de esos clásicos que tengo pendiente y que, ahora, después de haber leído la obra original, será un buen momento para ver. Justo este año, Harper Lee ha publicado su segunda novela que es una secuela de esta historia. Lo curioso es que primero escribió el borrador de aquella historia, Ve y pon un centinela, pero le encargaron una historia que contase la infancia de la protagonista y así nació la novela que os traigo hoy reseñada. Sobre la secuela he leído un poco de todo, pero básicamente que se carga la personalidad del protagonista, así que no estoy segura, pero creo que no la leeré. Si queréis más información os remito aquí y aquí.
ReseñaJean Louise (Scout) Finch, de seis años de edad, vive con su hermano mayor Jem, de 10 años, y su padre Atticus, un abogado viudo de mediana edad. Jem y Scout entablan amistad con un niño llamado Dill que está de visita en Maycomb durante el verano y que se hospeda en la casa de su tía. Los tres niños están aterrorizados y a la vez fascinados por su vecino Boo Radley, a quien nadie ha visto en años. Alimentan su imaginación con rumores sobre las apariciones de Boo y las razones por las que permanece escondido, y elaboran fantasías y planes sobre cómo podrían incitarlo a que salga de su casa. Tras dos veranos de amistad con Dill, Scout y Jem comienzan a recibir pequeños regalos que alguien coloca en un árbol próximo a la casa de Radley, pero para desengaño de ellos, nunca aparece en persona.A Atticus le encargan la defensa de un hombre de raza negra llamado Tom Robinson, acusado de violar a una joven mujer blanca llamada Mayella Ewell. Aunque muchos de los pobladores de Maycomb no están de acuerdo, Atticus acepta defender a Tom de la mejor manera posible. Otros niños se burlan de Jem y Scout a causa de la posición que toma Atticus, al que llaman "amanegros". La evolución del juicio marcará el desarrollo de los pequeños y una maduración tal vez demasiado pronta.
ReseñaDe esta historia podría decir, simplemente, que la leyeseis y dejar de teclear aquí mismo. Entre otras cosas porque me enfrenté a la historia sin saber absolutamente nada de ella más allá de un comentario que hace Homer Simpson en un capítulo que dice algo como "Matar un ruiseñor no me enseñó cómo matar ruiseñores. Claro que me enseñó a no juzgar a un hombre por el color de su piel … pero ¿De qué me sirve eso?". Puede ser una tontería pero ya me picó el gusanillo para leer esta historia. Pero si queréis saber más de por qué merece la pena leer esta novela, sigamos.
La historia está contada desde el punto de vista, en primera persona, de la pequeña Scout. Durante su primera parte nos va narrando su día a día en una pequeña localidad llamada Maycomb en los años 30. Hay mucho humor y simpatía en sus páginas y, poco a poco, vamos conociendo a su padre, Atticus, que acabará siendo el auténtico protagonista de la historia en cuanto comienza el caso de Tom Robinson. Durante esta primera parte, lo que predomina es un tono costumbrista, ligero que va dejando algunas escenas que, llegado el momento, tendrán su importancia.A partir de ahí, la novela se va poniendo seria y nos obliga a reflexionar y a madurar junto a la pequeña. Se toca el tema racial en una sociedad que ya no tiene esclavos negros pero que tiene un pasado que sienten demasiado cercano. Ése sería el más evidente y el más importante, pero la novela también deja caer reflexiones sobre las clases sociales, sobre la pobreza, sobre la educación, sobre los roles de género con una Scout que se resiste a convertirse en la damita que su tía espera o sobre la pérdida de la inocencia y el choque que supone para los niños enfrentarse a las injusticias de los adultos, lo que aquí afecta especialmente a Jem.
Junto a los niños, el gran protagonista de la historia es Atticus, que se le podría describir como un faro de moralidad y justicia en medio de un pueblo racista. Es un hombre que comprende a la perfección a las personas y que no juzga a nadie sin tener en cuenta sus circunstancias y el contexto de su vida. Sería el abogado perfecto, que expone la verdad procurando no dañar a nadie con ella. En definitiva, es el ejemplo de un buen hombre.
Poco más puedo decir. La novela es una joya, un imprescindible de verdad. Como dice la tira que adjunto, es tan buena que tiene la capacidad de hacerte mejor persona. Tiene pasajes brutales en lo que se refiere a destapar la hipocresía americana, los prejuicios y las injusticias. Un espejo en el que mirarnos. De mis mejores lectura en lo que va de año, sino la mejor.