El arte se hace eco de las distintas formas de ver el mundo mostrando prioridades y tomando partido, por voluntad propia o del cliente. La matemática es concebida contrapuestamente como paso obligado para la humanización o como desvío del camino hacia la verdad.
Durante el Renacimiento y el Barroco esa tensión entre lo bueno, lo bello y lo útil se pone de manifiesto en la pintura. Nos fijamos en las dos visiones opuestas del Museo Lázaro Galdiano.
Dos pinturas del Lázaro ponen de manifiesto la tensión entre dos interpretaciones del mundo: la que pone por delante al saber, especialmente el matemático, sinónimo de virtud y la que sucumbe vencido ante el amor.
La puerta interior derecha del escritorio barroco de las Metamorfosis, de Amberes, nos muestra a Minerva en el interior de una sala de estudio desalojando violentamente a Venus y Cupido. Al fondo una mesa con instrumentos matemáticos y un globo da cuenta del saber matemático. Los personajes expulsan a Venus “a librazos”, ¡una curiosa forma de lapidación!
En contraste, podemos ver El triunfo del amor del pintor holandés, afincado también en Amberes, Thomas Willeboirts Bosschaert (1613 –1654) que hace varias versiones del tema. Un Eros mórbido se nos muestra triunfante sobre los despojos del poder, las artes y las ciencias, una vez derrotados. En la pintura del Lázaro apenas hay instrumentos matemáticos, el globo celeste. La pintura gemela de Estocolmo exhibe una rica variedad.
Para leer un poco más sobre las visiones alternativas: 2020 Cupido versus Minerva