Sucesivas ampliaciones hacen del Père Lachaise el cementerio más cargado de la memoria de París; allí se encuentra desde su inauguración en 1804 buena parte de la historia de los siglos XIX y XX.
El camposanto es hoy un lugar muy abigarrado con sepulturas que en muchos casos dejan poco espacio entre sí. Se ofertan visitas temáticas organizadas y hay un recorrido para ver las tumbas de las personas más populares, músicos, literatos, pero ninguna de la lista parece muy interesante para la matemática.
El cementerio civil de Madrid nos enseña el simbolismo matemático de la masonería con su escuadra y compás, mientras el Père Lachaise se limita casi siempre a la columna partida, sin los instrumentos.
Tampoco las tumbas de los grandes matemáticos destacan por sus figuras, fórmulas o referencias. Como muestra y muy accesible tenemos el gran mausoleo de Monge en un sitio de honor, la plaza de Casimir Perier.
Poncelet y Aragó los encontramos en la amplia avenida del Monumento a los Muertos. Un reto feminista es encontrar la sepultura de Sophie Germain.
En un paseo de dos horas la mayor simbología matemática fue el mausoleo moderno de un charlatán, un autodenominado sanador telúrico y litoterapeuta: una pila de icosaedros con supuestas propiedades astrales. La matemática también puede ser usada para la superchería.
Reconfortémonos junto al muro de los comuneros, lugar trágico donde fueron fusilados 147 luchadores de la Comuna de 1870.