Revista Cine

Mateo

Publicado el 31 diciembre 2024 por Sergiomadrigal @sergiomadrigal

Cuando supe que Mateo venía en camino recuerdo que entre la alegría y la sorpresa hubo espacio para las dudas y los miedos. Un compañero de trabajo me dijo entonces algo que quedó dando vueltas en mi cabeza: no son tanto los padres los que enseñan a los hijos como los hijos los que nos revelan quiénes somos realmente, con nuestras virtudes y defectos. Ahora, al sentir el latido de Mateo, entiendo que él no solo viene a aprender del mundo, sino a enseñarme el mío.

Escribo estas líneas con su suave respiración en mi pecho que es, a su vez, el recordatorio constante de que hoy me necesita más de lo que me necesitará jamás.

En estos poco más de treinta días ha sido capaz de enseñarme mucho más de lo que hubiera imaginado, mostrándome que mi mayor debilidad se esconde tras lo incierto.

He crecido construyéndome un mundo interior seguro y lleno de certezas sin entender que el mundo de verdad jamás lo será. Que la incertidumbre es uno de los ingredientes principales de la receta de la vida.

Y así, con su llegada, no necesitó más que un instante para correr las cortinas con las que el Sergio niño se protegía de lo que no podía controlar y, cogiéndome de la mano, me enseñó un mundo en el que ya nunca podría controlar nada.

Así que he empezado, al igual que él, mis primeros días en este mundo más incierto, aunque mucho más interesante.

Donde cada día es un desafío pero también una conquista y en el que el «todo está controlado» ha dejado hueco al «todo termina pasando».

Lo perfecto ahora no es la expectativa cumplida o el objetivo logrado, sino el instante donde él te dice con la mirada que todo está bien. Hay veces que no hace falta nada más.

En uno de los cumpleaños de mi padre le regalé una pequeña foto nuestra en la que una frase marcaba el cielo: «Solo hay dos legados que podemos dejar a nuestros hijos, uno son las raíces, el otro son las alas.»

Pienso que tras los miedos y las dudas emerge un único deseo, después de todo: ser capaz de transmitirle ese amor por sus raíces, las de aquí y las de mar allá y ayudarle con esas alas para que vuele tan alto como mi padre me permitió volar a mí.

Todo lo demás, terminará pasando.

La entrada Mateo se publicó primero en El Blog de Sergio Madrigal.


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