Estar todo el día sin parar, correr de un lado a otro. Saltar, trepar, pelear, jugar, gritar, llorar, reir, todo mezclado en minutos, dormirse a las 2 de la mañana; todo esto es Mateo.
Cada noche representa un desafío, por más que intentemos crear una rutina o que cada noche la represente porque siempre hacemos todo igual al acostarnos, para él es incierto.
Mateo sólo se duerme cuando lo vence el sueño. Cuando su cuerpo y su mente se caen, (literalmente hablando). Cada noche es una aventura, (para él) o un infierno, (para nosotros). Al llegar la hora de dormir, para él representa un despertar. Apagamos todas las luces y él va y las enciende; otras veces se queda jugando en el salón hata con las luces apagadas, le da igual todo. Es imposible ponerle normas; aún no las comprende o hace lo que quiere. Va de habitación en habitación charlando, cantando, jugando y cuando alguien se duerme lo despierta. Así sigue hasta que son casi las 2am: en ese momento vuelve y se acuesta, pasando de estar corriendo y saltando a quedarse de pronto profundamente dormido.
Es imparable, tiene una energía abrasadora, es como un torbellino que te pasa por al lado. Y pide y exige. No espera, para él el tiempo será relativo, un segundo podría representar una eternidad.
Hasta se pone nervioso cuando vamos en coche y toca algún semáforo, donde empieza a gritar: “¡Vengaaaaaa, vamossss!”
Si tiene que pasar de un lado a otro, siempre elige el camino más difícil y si hay alguien por el medio grita: ¡Pasar!, pisando y/o trepando por donde sea.
Las peleas entre hermanos son terribles porque Mateo se defiende con uñas y dientes, rasguña, muerde, pega…Se la pasa lanzando cosas al aire, así que hay que estar atento para que no te caiga nada en la cabeza…
Y con Lucas, el bebé, estoy como si tuviera visión de 360º y cien escudos, porque si me descuido un segundo puede representar un gran peligro para él. Aún así ya se ha ganado algunas patadas, cachetadas y a mi me da un ataque cada vez que le veo cerca. Quiero que lo quiera, pero Mateo es tan transparente que lo que siente lo hace. A veces se acerca y le da un beso, pero otras veces… Lo que le sale de adentro. Por eso también además de escudos y visión laser, debo tener mil ojos y oídos ultrasónicos.
Para comer, no para quieto, prueba algo y se va a jugar, luego vuelve, come de cualquier plato, se vuelve a ir, vuelve y así hasta que se le ocurre. Es imposible que esté sentado más de un minuto.
Tira todo, se la pasa haciendo lanzamientos, juega con el agua e inunda la casa, si le pongo ropa limpia tarda segundos en dejarla lista para la basura; siempre está sucio, se la pasa tirado en el suelo; en fin…
Hemos llegado a pensar que es AD, (alta demanda) o hiperactivo. Pero tiene dos años recién cumplidos y yo me opongo a ponerle etiquetas, creo que hay niños más tranquilos y otros más nerviosos y como con Samu, su hermano mayor, hemos vivido todo lo contrario, su comportamiento se intensifica, siendo polos opuestos.
Pero se adoran, cada vez que Samu estaba en el cole, Mateo estaba más tranqui o algo tristón y estando juntos son dinamita, uno construye y el otro destruye, pero ninguno puede vivir sin el otro.
Nosotros ya nos acostumbramos. Ha habido momentos en los que creíamos que nos íbamos a volver locos, pero aunque parezca tan terrible este pequeño es tan peculiar que todo lo hace con una sonrisa, es un niño feliz, transparente, especial, único.
Y aunque parezcamos la familia Adams, éstas cosas son las que hacen que cada momento sea vivido y recordado de una forma tan singular.
¡Te adoramos hijo y no te cambiamos por nada!
(Pd: He tardado más de lo pensado en escribir el post porque cada vez que quería publicarlo venía una personita a apagarme el ordenador una y otra vez, jajaja)…