Camino al hospital, mi segundo hogar a estas alturas. No perdemos el ánimo ni bajamos los brazos, aunque el optimismo ya quedó atrás hace mucho tiempo. A veces me duele reconocerlo pero es así. Suerte que sigo enamorado y eso me mantiene vivo. Y sí, también me hace sufrir si pienso demasiado, así que lo mejor va a ser dejar tranquilas las células grises y activar únicamente la materia roja, la del corazón.