Revista Cultura y Ocio

Maternidad.

Publicado el 05 mayo 2019 por José Antonio Ribes Pérez @Josan_Ribes

MATERNIDAD.Ilustración Giovann Dalessi.-Laia López Manrique-
Que mi cuerpo sería un pastiche de agonías y placeresdeclinados ya lo sabía mi madre mucho antes de queyo fuera concebida.
En virtud de un principio económico que los hombres desconocen, las madres lo saben todo y lo callan,portando en su silencio en germen moléculas del desastre.
Apostadas ante las puertas, las madres rugen sus des-gracias peregrinas. Prenden una hoguera con los restos de las almas morosas de ,os hijos, con los nerviosque se tuercen como cables serrados y no ensamblanya la vida a la vida, sino a un adverbio roto que acompaña a un verbo en fuga. Los hijos se van lejos, se vandeprisa, se van mal, se van detrás, se van tarde, se vantanto; se van, tal vez, a un jardín de tallos altos y achatados por la lluvia, bajo un cielo que rebaña husos denubes en forma de diablo.
Las madres aman en los hijos lo que hay de ellas en supiel elástica, lo que se dibuja como un margen entrelas membranas de sus dedos. Como el camafeo que seabre en dos y muestra el retrato de un muerto, comouna muñeca risa de incontables cavidades, comoalguien que pide la herencia de una sangre fútil, lasmadres llaman a la carne su destino.

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