Uno tiene cierto complejo de joven, ¡qué le vamos a hacer…! Pero no por ello desmemoriado. La reflexión de hoy, incómoda y dura quizás, como la que hacía recientemente Jesús, el médico de mi hij@, sobre el suicidio en adolescentes, no tiene nada de novedosa. Quizás se (me) haya hecho de alguna forma más significativa por varios acontecimientos cercanos en el tiempo y en el espacio a mi fecha de nacimiento.
Y es que, en la misma semana en que ha fallecido uno de los iconos del régimen anterior (aprovecho para agradecer el enlace a José Ramón Fernández), tristemente recordado entre otros muchos motivos por aquellos de primeros de marzo del 76, en Gasteiz-Vitoria primero y en Basauri días más tarde, acaba de procederse a la tercera exhumación en el País Vasco de una tumba de un bebé robado en la década de los 70, tercera exhumación cuyo resultado es el mismo, una tumba vacía y parece previsible que haya más… ¿con similar resultado?
Había pensado en titular esta entrada Infancia robada, pero creo que es más correcto hablar de maternidad robada. Dicen que la experiencia de perder un hij@ es quizás una de las experiencias más duras que pueda atravesar una madre (o un padre, que para el caso…), sea la pérdida irreversible o no. Y no puedo sino pensar en madres de todas las épocas, especialmente de aquella, quizás especialmente una…
A veces podemos sucumbir a la tentación de creer que estas cosas sólo pasan en otras latitudes y en otras épocas, pero es una realidad que tenemos aquí mismo, tocando nuestras puertas… ¿Miraremos para otro lado?