La vida está plagada de grandes logros: cada paso que dan mis hijas en su crecimiento me llena de orgullo y felicidad. Cada día es una nueva aventura, una nueva conquista. Y está bueno celebrarlo y hacerles saber cuán orgullos estamos de a nuestros hijos.
Cuando Rosario nació, tenía sus ojitos abiertos. Había logrado su primer conquista: nacer tras 18 horas de lucha. Fue una bebé tranquila y curiosa. Siempre fue muy cautelosa: cuando dió sus primeros pasos sola, no se cayó nunca. Es que se largó tarde, una vez que sintió que podía hacerlo. Así fue en adelante: dejó el chupete sola, la mamadera cuando estuvo lista, sus pañales cuando llegó el momento. Nunca la forcé a nada. Hoy es una nena responsable, buena, sensible y perseverante. Compite en el equipo de natación de su club (¡me dice la entrenadora que es la esperanza del club!), toca la flauta traversa y la rompe en matemáticas. Cada actividad la eligió libremente. Y lo sigue haciendo día a día. Disfruta de sus logros y los celebra sin ningún pudor.
Pía, es una nena muy divertida, pero no es competitiva como su hermana mayor. Su nacimiento fué medio complicado y desde chiquita ha demostrado ser muy arrojada: cuando aprendió a caminar se llenó la cabeza de chichones! Comió sola desde los 8 meses, es muy independiente pero le teme a los cambios, por lo que sus conquistas son el doble de meritorias: primero debe vencer su temor interno y domar a su “león” orgulloso que le impide, muchas veces, pedir ayuda. Disfruta mucho de todo lo que consigue: aprendió a nadar y ama el agua, cuando aprendió a manejar el ratón de la pc su mundo se amplió, se sintió más confiada a la hora de elegir lo que le gusta y lo que no. Es más bien tímida, pero de una seguridad arrolladora. Lo que más le costó hasta ahora es dejar el chupete, con casi 4 años recién lo dejó de lado, pero obviamente fue su decisión, yo solo la acompañé en el camino.
Bernarda es todo un caso: nació casi un mes antes de lo previsto, mi súper bebé de 4,600 kilos. Ella es muy simpática y traviesa, es muy curiosa y tiene mucha destreza física, por lo que comenzó a caminar rápido y sin caerse, dejó el chupete sin problemas y los pañales después de varios intentos fallidos. Es muy obstinada, desarma todo, le gusta saber cómo funcionan las cosas. Ya casi ha dejado la mamadera, se sienta a merendar con sus hermanas y toma en tasa sin mancharse ni dejar ni una gota… ¡¡¡crece tan rápido mi bebé!!! En el jardín es segura e independiente, en casa, vive en mis brazos, es la más cariñosa de las tres, quizás sea lo que es chiquita aún.
Más allá de las particularidades de cada una, de su predisposición o de su carga genética, está el papel que jugamos como madres: acompañar su crecimiento, estar para ellos para cuando nos necesitan, aplaudir sus logros y calmar con un abrazo sus frustraciones.
La vida está llena de grandes pasos. ¡A celebrarlo!
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