EL VIAJE
Viajar es un arte, si, si, porque hay que tener mucho para que dé, entre todos los aeropuertos acabase en uno de los más concurridos del país, ese donde sus interminables colas te hacen girar y girar como borregos hacia el matadero, y cuando por fín llegas a su final es para toparte con un seguridad con cara de pocos amigos, y que, durante unos interminables minutos, mira tú pasaporte y tu cara de forma ininterrumpida, ese intervalo de tiempo que hace que tu cara se convierta en la más buscada del país aunque no hayas roto un plato en tu vida, ese aeropuerto donde la patrona es»Sta.Paciencia» y Ryanair su santo patrón, ese al que hay que rezar para que después de salir con más de una hora de retraso, pasar por todas las turbulencias habidas y por haber, te lleve correr por el andén hasta subirte a un tren que te haga olvidar todo lo malo anterior, porque mirar por sus ventanas de inmensos paisajes verdes te reconforta, y también ayuda saber que vas destino a una de las ciudades más bonitas de Inglaterra, Cambridge.
MARKET HILL
Pocos lugares de encuentro son tan animados como el mercado de esta ciudad, situado en la plaza del Ayuntamiento, es un lugar donde, aunque funciona de lunes a domingo, los fines de semana mira al extranjero visitante, a los que vamos de paso, esos que paseamos entre sus múltiples puestos donde conviven y se mezclan a la perfección olores de comida oriental, o rusa, con café colombiano, puestos de frutas y verduras con flores, dulces típicos ingleses con ropa de segunda mano. Imposible salir de allí sin resistir la tentación de señalar, con varios dedos a la vez, los trozos de las múltiples variedades de tartas que te han gustado, y no hay placer mayor que curiosear por todos sus puestos mientras comes un buen trozo de pastel de manzana, hasta que al final, sales de allí como cuando vas al supermercado a comprar solo paquete de arroz y sales como si tuvieses los cuatro brazos de Shiva, cámara al cuello, capuchino en mano y dos bolsas de dulces y pan con pasas.
LOS COLLEGE
Pero si de algo es conocida Cambridge en el mundo es por su universidad y sus innumerables y reconocidos estudiantes que por allí han pasado, algunos como Stephen Hawking en Gonville&Cains College o Newton en Trinity College, por cierto, cuenta la leyenda, Inglaterra está llena de ellas, que el árbol plantado justo delante, es descendiente del de la famosa manzana, quién sabe, nada mejor que un buen relato esté alimentado por una historia de misterio, como el «Puente Matemático» que cuentan ideó Newton sin un solo clavo pero que en realidad fue construido, con muchos de ellos, más de diez años después de su muerte. Aunque si de College hablamos, caminar bajo la bóveda en abanico más grande del mundo del King´s College te corta la respiración, su capilla de arquitectura gótica perpendicular, sus vidrieras, y andar mientras oyes el coro, nunca se sabe cuando la suerte puede estar al acecho, así, hasta llegar al altar y contemplar embobada la «Adoración de los Magos» de Rubens.
Todos los College están rodeados de inmensos jardines, pero si no puedes entrar a ninguno de ellos porque te ha tocado visitar la ciudad en época de exámenes (mayo-junio) no hay nada mejor que rodear King´s College, por el río Cam, en bote con gondolero, o no, los hay decididos, rodeados de cisnes mientras te dejas llevar por la vida contemplativa campestre, rodeada de vacas pastando mientras pasas bajo el «Puente de los Suspiros» cubierto en St.Johns College.
LA CIUDAD
¿Qué tal si nos vamos a conocer la ciudad? estudiantes, mucha vida y más bicicletas, son las reinas, hablo en serio, hay que tener siete ojos si no quieres que te arrollen. Cambridge está repleto de cafés, comida para llevar y arte. Visitar el Museo Fitzwilliam o el Museo de Zoología si vas con tiempo, para de nuevo salir a la calle, y encontrar el famoso reloj dorado The Corpus Clock, y ver como su insecto lucha contra el tiempo, a la vez que te guiña un ojo; andar por sus callejuelas hasta llegar a la librería anticuario G.David y sus puertas azules creada por Gustave David en 1896 en St.Edward´s Passage, frente al Arts Theatre con sus 666 butacas y donde no existe la número 13, pero entre un edificio y otro, en esa pequeña calle que los comunica, párate un momento, verás una iglesia con un pequeño cementerio delante y mucha vegetación, allí, Enrique VIII hacía sus primeras reuniones sobre el anglicanismo, y no te puedes ir de ese callejón sin quedarte pegada al escaparate The Haunted Bookshop y tomarte un café en la diminuta cafetería que está justo al lado. Y llegó la hora de buscar, ¡a ver quién encuentra más! porque repartidas por el centro de la ciudad se encuentran unas diminutas puertas, conocidas como The Dinky Doors, puertecitas anónimas, al más puro estilo Banksy, si hay paciencia y ganas de juego, hasta puede que encuentres la réplica del 10 de Downing Street.
Llega la noche, y siendo una ciudad universitaria faltaría espacio para contar los innumerables restaurantes y pubs que nos podemos encontrar, pero existe uno imposible no visitarlo, The Eagle, allí y con un poquito, o un mucho, de suerte, podrás sentarte en la mesa donde Francis Crick y James Watson tienen su placa, porque en ese pub descubrieron «el secreto de la vida» la estructura del ADN, impresiona estar allí sentada mientras contemplas todo lo que te rodea. Pero mejor sigue curioseando, porque en la parte trasera entra en el bar de la RAF, con grafitis en las paredes y en el techo de los aviadores de la Segunda Guerra Mundial, y cuando salgas, quédate en la terraza-cervecería al aire libre, porque si este país está lleno de supersticiones y leyendas no podemos acabar este viaje sin una de ellas; mira hacia arriba y verás varias ventanas, cuenta la leyenda que en una de esas habitaciones hubo un terrible incendio donde murió la hija pequeña de uno de sus inquilinos, pasado el tiempo la habitación se renovó y se cerró la pequeña ventana de la habitación, pero volvió a ocurrir, se produjo otro incendio, y así otra vez más, cada vez que se cerraba, así que decidieron ponerlo como cláusula especial en el contrato de propiedad, los propietarios firmarán que esa ventana nunca se cerraría, siempre permanecería sellada y abierta, a pesar de la lluvia y el viento, para que nunca jamás vuelva a cerrarse.
¿Preparados para formar parte de la leyenda?
Foto: Matilda