EVA GOLINGER
Durante el año 2013, Venezuela experimentó uno de los momentos más difíciles de su historia con el fallecimiento del presidente Hugo Chávez el 5 de marzo. Chávez, un líder de gran envergadura cuyas políticas transformaron el país, fue víctima de un cáncer agresivo que le quitó la vida en menos de dos años. El carismático presidente venezolano enfrentó grandes y poderosos enemigos durante sus 14 años en el poder –siempre electo democráticamente y con mayorías contundentes–.
Golpes de estado, sabotajes económicos, intervenciones electorales, guerra psicológica, financiamiento multimillonario desde agencias estadounidenses a sus opositores y atentados contra su vida fueron algunas de las tácticas y estrategias de desestabilización que Chávez tuvo que combatir durante su mandato.Él encabezaba las listas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Pentágono como blanco principal de sus agresiones, y Estados Unidos amplió de manera significativa su presencia militar –abierta y clandestina– alrededor de Venezuela durante su Gobierno.
Por eso, su muerte abrupta e inesperada causó muchas sospechas entre sus seguidores y aquellos estudiosos de su visión socio-política. Chávez desafiaba a los intereses más poderosos del mundo, y a la vez, controlaba las más grandes reservas petroleras del planeta. ¿Pudo haber sido un asesinato político la muerte de Chávez?Tal vez hace unos años esa pregunta hubiese causado risa en una mayoría de lectores.
No obstante, hoy en día, con la inmensa cantidad de información que ha salido a la luz pública de denunciantes como
WikiLeaks y el excontratista de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA) Edward Snowden sobre las graves violaciones de derechos humanos y soberanía cometidas por el Gobierno estadounidense, las preguntas de ese estilo no solo se las hacen los ‘conspiranoicos’ y los conocedores de la política sucia de
Washington.
Hoy el mundo conoce cómo espía el Gobierno estadounidense a sus amigos, aliados, ciudadanos y enemigos: nadie se salva de los ojos y oídos de Washington. Hoy se conoce que casi todas las embajadas de Estados Unidos en el mundo son centros de espionaje y operaciones de inteligencia, violando todos las normas y reglas internacionales sin importar las consecuencias.
Se conocen los graves abusos de derechos humanos cometidos por las fuerzas estadounidenses en
Irak y Afganistán, y cómo el Gobierno de
Barack Obama amplió el uso de aviones no tripulados –o ‘drones’– para asesinar a personas inocentes vía control remoto.Hoy se conoce cómo el Gobierno del primer afro-estadounidense en la Presidencia persigue con furia a quienes dicen verdades sobre los abusos de Washington, y más aún cuando son ciudadanos estadounidenses como Bradley (Chelsea) Manning, Edward Snowden y Jeremy Hammond.
Se conoce que Washington utilizó su poder económico para intentar neutralizar a WikiLeaks y congelar sus finanzas, bloqueando su acceso a Visa, Mastercard y Paypal solo con el objetivo de silenciarlo e impedir su continua publicación de documentos que revelaban los trapos sucios de la Casa Blanca.
Tanto conocimiento ha convertido al público mundial en menos escéptico y más realista cuando se trata de la capacidad del Gobierno estadounidense de silenciar a sus enemigos, tapar sus errores y utilizar cualquier medida para lograr su dominio.
Hugo Chávez siempre era una piedra en el zapato imperial. Subestimado por los analistas y asesores de ‘mente guerra fría’ en Washington, Chávez acabó con la influencia y dominación de Estados Unidos en América Latina en menos de una década. Transformó a Venezuela de un país dependiente y entregado a la cultura y política estadounidense para ser una nación soberana, libre, independiente, digna y orgullosa de sus raíces, su historia y su cultura afro-indo-americana. Rescató el control de los recursos estratégicos no solamente en Venezuela, sino en toda América Latina, siempre con la bandera de la justicia social. Impulsó la integración regional y la creación de organizaciones como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), entre otras. Su mano firme frente a las agresiones estadounidenses dio un ejemplo y fue una inspiración para millones alrededor del mundo, que vieron con esperanza la revolución en Venezuela y su expansión regional.
Sin duda, muchos intereses poderosos en Washington y en otros lugares deseaban la desaparición física de Hugo Chávez. Intentaron hacerlo en abril de 2002 con un golpe de Estado promovido desde el Gobierno estadounidense que fracasó. Meses después un fuerte sabotaje económico que casi destruyó la industria petrolera del país buscó derrocarlo, pero también falló. Año y medio después paramilitares mercenarios fueron enviados desde Colombia para asesinarlo, solo para ser capturados por autoridades venezolanas, complot neutralizado. En los años siguientes hubo múltiples atentados contra su vida y planes de desestabilización para tumbar su Gobierno, ninguno funcionó. Mientras tanto, la popularidad de Chávez creció y su proyecto socialista comenzó a consolidarse en el país.
Los documentos filtrados de la NSA por Edward Snowden han revelado que el presidente Chávez y su Gobierno estaban en la lista de los seis blancos principales del espionaje estadounidense desde por lo menos 2007. Apenas un año antes, la Casa Blanca creó una misión especial de inteligencia para Venezuela que reportaba directamente al director nacional de Inteligencia, por encima de la CIA y las otras 15 agencias de inteligencia en Estados Unidos. La misión especial era completamente clandestina, contando con grandes recursos y capacidades. Solo existían otras dos misiones de ese estilo: para Irán y Corea del Norte. Incluir a Venezuela con dos países enemigos declarados de Washington era indicador del nivel de amenaza que representaba Hugo Chávez para el poder estadounidense.
LA ENFERMEDAD
El cáncer que sufrió Chávez que acabó con su vida tan de repente era raro. Como ha explicado el actual presidente Nicolás Maduro, su cáncer fue inusual, sin nombre y sumamente agresivo. No era específico de un órgano. En la familia de Chávez no había otros casos de cáncer, no existía una predisposición genética. Fue detectado en junio de 2011 y en menos de dos años, a pesar de fuertes tratamientos, lo mató.
Documentos desclasificados del Ejército estadounidense y obtenidos por AP en 1995 a través de la Ley de Acceso a la Información (FOIA) evidenciaban que desde el año 1948 el Pentágono buscaba crear un arma de radiación para asesinatos políticos.
Otro estudio de inteligencia del Ejército estadounidense en 1969 confirmaba que el uso clandestino de la radiación como arma podría causar la muerte o graves enfermedades en adversarios políticos. En otras palabras, era un método de asesinato que estaban probando activamente.
Se puede imaginar si desde 1948 Washington estaba experimentando con radiación como arma de asesinato político, hasta dónde habría llegado esta tecnología en el siglo XXI.
ASESINATO VÍA ESPIONAJE
Un cable secreto del Departamento de Estado del 31 de enero de 1976 alertaba sobre los graves efectos en la salud causados por microondas radioactivas usadas por la KGB para espiar a la embajada de Estados Unidos en Moscú: “Nuestros expertos médicos son de la opinión de que la exposición prolongada a
microondas radioactivas de los niveles medidos en la embajada de Estados Unidos constituyen una amenaza para la salud”.
No obstante, Washington procedió a desarrollar herramientas de espionaje mucho más poderosas y con mayores frecuencias de radiación.
Documentos filtrados de la NSA por Edward Snowden y recientemente publicados en el periódico alemán ‘Der Spiegel’ hacen referencia a un poderoso equipo desarrollado por la agencia estadounidense que emite radioondas continuas de alta frecuencia contra un blanco para
monitorear y capturar todas sus comunicaciones. Según el documento ultrasecreto de la NSA, el equipo, el CTX4000, es “una unidad radar portátil de ondas continuas (CW). Puede ser utilizado para iluminar a un blanco para recuperar información fuera de la red”.
“El CTX4000 suministra capacidad para recolectar señales que de otra manera no serían recolectadas, o serían extremadamente difíciles de recolectar y procesar”. El documento detalla sus capacidades: “Rango de frecuencias: 1-2 GHz; Banda ancha: a 45 MHz; Potencia de salida: hasta 2W usando la ampliadora interna; ampliadora externa hasta 1 kW”.
Un kilowatt es una fuerte capacidad y cantidad de ondas radioactivas. Esta cantidad proyectada contra una persona por un periodo continuo podría causar graves daños a su salud. El estudio del Ejército estadounidense en 1969 (mencionado anteriormente) sobre los efectos en la salud de la radiación como arma destaca que el impacto –o el evento deseado, en otras palabras, la muerte del blanco– podría manifestarse años después de la exposición al agente radiactivo.
Dentro de los documentos de la NSA publicados en ‘Der Spiegel’ también hay detalles sobre otras formas de espionaje a través de teléfonos celulares, sistemas wifi y redes móviles que también podrían tener graves efectos contra la salud de los blancos. No obstante, el uso de un equipo radar portátil que emite ondas continuas de alta potencia contra una persona parece ser más que un mecanismo de espionaje, podría ser un instrumento de asesinato.
Hugo Chávez fue blanco principal de la NSA durante años. La posibilidad de que sus herramientas de espionaje hubieran contribuido o causado su enfermedad ya no parece tan ciencia ficción como tal vez hubiese sido hace un tiempo.