Revista Asia
Hace un par de fines de semana me fui de viaje con unos amigos a Miyagi, en el norte de Japón, para visitar la Bahía de Matsushima. Aunque para llegar hasta allí se puede tomar el Shinkansen en Tokio y llegar a Sendai en 1 hora y 40 minutos, nosotros subimos en coche desde Ibaraki por la Tohoku Expressway.
Matsushima (松島) es un lugar de Japón conocido por la belleza de sus 260 islas (島, shima) cubiertas de pino (松, matsu), de donde proviene su nombre. Está considerada una de las Tres Vistas de Japón o Nihon Sankei (日本三景), junto con Miyajima en la prefectura de Hiroshima y Amanohashidate en la prefectura de Kioto.
Dicen que uno de los mejores momentos para admirar esta maravilla natural es durante el amanecer, cuando el sol naciente asoma por el oceáno Pacífico y emerge detrás de los islotes.
Hizo falta levantarse temprano para estar en el pueblo de Matsushima a las 5:50 am, pero habiendo viajado hasta tan lejos no quería perderme un momento como este con la bahía iluminada por las primeras luces del alba.
Esa mañana subimos en coche hasta lo alto del Observatorio de Shintomiyama (新富山展望台) y desde allí pudimos contemplar el amanecer y tomar una impresionante panorámica del puerto de Matsushima y el paisaje de pequeñas islas en el horizonte.
A esas horas, todo era paz y sosiego, la gente dormía y sólo se oía el canto de los pájaros y el traqueteo de los primeros trenes del día llegando a la estación. Aún quedaban un par de horas antes de que empezaran a invadirlo todo los turistas japoneses, así que nos detuvimos unos instantes y disfrutamos de la calma matutina junto al puerto.
Matsushima es una bahía salpicada por cientos de pequeños islotes rocosos. A primera vista podríamos compararlo con la Bahía de Ha Long, en Vietnam, aunque salvando las distancias, ya que no llega a ser tan espectacular.
Lo más interesante está dentro del mar, así que la mejor forma de moverse es en barco.
Desde Sendai se puede llegar hasta la estación de Matsushima-Kaigan en 30 minutos con la JR Senseki Line, una vez allí el puerto está a cinco minutos caminando. Cada hora salen barcos que recorren un circuito circular, con mismo origen y destino, y que tarda unos 30 minutos. Existe también la posibilidad de coger un barco en Hon-Shiogama, al sur de la bahía, y navegar hasta el puerto de Matsushima viendo por el camino un mayor número de islas. El trayecto dura unos 40 minutos.
Nosotros optamos por la segunda opción, así que después de ver el amanecer en Matsushima fuimos hasta Shiogama y cogimos un barco que nos devolviera de nuevo a Matsushima. Partimos al mediodía, con la compañía de las gaviotas.
Al frente, cientos de pequeños islotes rocosos desperdigados por el mar y un cielo azul casi despejado. Después de unos días cargados de lluvia, habíamos tenido la suerte de llegar al fin de semana con tiempo soleado, así que no se podía pedir más.
El barco seguía un recorrido marcado por balizas que serpenteaba por los puntos más emblemáticos. Teníamos que estar preparados, cámara en mano, para tomar fotos, ya que no había mucho tiempo de espera antes de continuar la travesía.
Como decía, lo más curioso de esas formaciones rocosas es que se encuentran cubiertas de pinos, un tipo de vegetación que no estabamos habituados a ver junto al mar, aunque en los islotes grandes hay más variedad de árboles y con la llegada del otoño algunos empiezan a cambiar el color de sus hojas.
Una de las primeras islas que divisamos fue Niōjima, la más popular de las formaciones rocosas y el tradicional símbolo de Matsushima. Al igual que muchas otras, durante el terremoto del 11 de Marzo de 2011 sufrió daños y se derrumbó. No obstante, el pueblo de Matsushima puede estar agradecido ya que todos estos islotes repartidos por la bahía consiguieron dispersar la fuerza del tsunami y el desastre en esta parte de la costa de Tohoku fue menor.
Aunque muchas rocas apenas asoman a la superficie, es interesante ver las formas caprichosas que adoptan algunas. Por ejemplo, esta ola de piedra.
A nuestra llegada al puerto de Matsushima reconocemos fácilmente el pequeño templo de Godaido, construido en primera línea del puerto sobre una isla.
Otro de los edificios reconocibles con vistas a la bahía es el Pabellón Kanran-tei, una casa de té representativa del estilo Momoyama. Originalmente fue construida en Kioto por el famoso shogun Hideyoshi Toyotomi y posteriormente en 1645 fue trasladada a Matsushima por orden del hijo de Date Masamune, el famoso guerrero samurái que llevaba consigo siempre un temible casco con forma de luna creciente y que, tras jurar lealtad a Tokugawa Ieyasu, fundó la ciudad de Sendai y se convirtió en el daimyō (señor feudal) más importante de Tohoku.
Por último, otra de las atracciones es la isla de Fukuura, que conecta a tierra por un largo puente de color rojo. Una superstición local dice que cruzar este puente acompañado por tu pareja provocará la ruptura entre ambos, así que id con cuidado.
El interior de Fukuura ofrece un agradable paseo y desde el extremo más alejado se alcanzan a ver muchos islotes, para aquellos que no quieran subirse a bordo de un barco.
Al día siguiente fuimos con el coche hasta el otro lado de la bahía, para subir el Monte Otakamori (大高森), que ofrece una de las cuatro mejores vistas de Matsushima.
Nos costó encontrar el punto de acceso y tardamos un rato en llegar hasta la cima, pero mereció la pena. Las vistas desde aquí quitan el aliento, sobre todo al atardecer. No en vano cuenta la leyenda que Matsuo Bashō (1644-1694), el poeta japonés más famoso del período Edo y uno de los cuatro grandes maestros del haiku, durante su épico viaje a pie por el norte del Japón feudal pasó por Matsushima y al contemplar la bahía se quedó sin palabras y sólo acertó a decir:
Matsushima ah!
A-ah, Matsushima, ah!
Matsushima, ah!
Matsushima es uno de los principales reclamos turísticos del norte de Japón. Es un destino muy conocido entre los japoneses por su bello paisaje de costa, pero en raras ocasiones los turistas extranjeros suelen incluir este lugar o cualquiera de Tohoku como parte de su itinerario, y menos aún tras el terremoto y tsunami de 2011. La industria turística de la región se vio seriamente perjudicada durante el año siguiente y desde entonces el gobierno japonés ha estado haciendo verdaderos esfuerzos por reconstruir las zonas afectadas y volver a atraer el turismo nacional y extranjero.
Para los que viajen con Japan Rail Pass, está a 2 horas y media de Tokio en tren. Nosotros quisimos contribuir con nuestra parte y fuimos en coche, y lo cierto es que en todas partes nos trataron fenomenal, por lo que recomiendo esta visita.
Matsushima (松島) es un lugar de Japón conocido por la belleza de sus 260 islas (島, shima) cubiertas de pino (松, matsu), de donde proviene su nombre. Está considerada una de las Tres Vistas de Japón o Nihon Sankei (日本三景), junto con Miyajima en la prefectura de Hiroshima y Amanohashidate en la prefectura de Kioto.
Dicen que uno de los mejores momentos para admirar esta maravilla natural es durante el amanecer, cuando el sol naciente asoma por el oceáno Pacífico y emerge detrás de los islotes.
Hizo falta levantarse temprano para estar en el pueblo de Matsushima a las 5:50 am, pero habiendo viajado hasta tan lejos no quería perderme un momento como este con la bahía iluminada por las primeras luces del alba.
Esa mañana subimos en coche hasta lo alto del Observatorio de Shintomiyama (新富山展望台) y desde allí pudimos contemplar el amanecer y tomar una impresionante panorámica del puerto de Matsushima y el paisaje de pequeñas islas en el horizonte.
A esas horas, todo era paz y sosiego, la gente dormía y sólo se oía el canto de los pájaros y el traqueteo de los primeros trenes del día llegando a la estación. Aún quedaban un par de horas antes de que empezaran a invadirlo todo los turistas japoneses, así que nos detuvimos unos instantes y disfrutamos de la calma matutina junto al puerto.
Matsushima es una bahía salpicada por cientos de pequeños islotes rocosos. A primera vista podríamos compararlo con la Bahía de Ha Long, en Vietnam, aunque salvando las distancias, ya que no llega a ser tan espectacular.
Lo más interesante está dentro del mar, así que la mejor forma de moverse es en barco.
Desde Sendai se puede llegar hasta la estación de Matsushima-Kaigan en 30 minutos con la JR Senseki Line, una vez allí el puerto está a cinco minutos caminando. Cada hora salen barcos que recorren un circuito circular, con mismo origen y destino, y que tarda unos 30 minutos. Existe también la posibilidad de coger un barco en Hon-Shiogama, al sur de la bahía, y navegar hasta el puerto de Matsushima viendo por el camino un mayor número de islas. El trayecto dura unos 40 minutos.
Nosotros optamos por la segunda opción, así que después de ver el amanecer en Matsushima fuimos hasta Shiogama y cogimos un barco que nos devolviera de nuevo a Matsushima. Partimos al mediodía, con la compañía de las gaviotas.
Al frente, cientos de pequeños islotes rocosos desperdigados por el mar y un cielo azul casi despejado. Después de unos días cargados de lluvia, habíamos tenido la suerte de llegar al fin de semana con tiempo soleado, así que no se podía pedir más.
El barco seguía un recorrido marcado por balizas que serpenteaba por los puntos más emblemáticos. Teníamos que estar preparados, cámara en mano, para tomar fotos, ya que no había mucho tiempo de espera antes de continuar la travesía.
Como decía, lo más curioso de esas formaciones rocosas es que se encuentran cubiertas de pinos, un tipo de vegetación que no estabamos habituados a ver junto al mar, aunque en los islotes grandes hay más variedad de árboles y con la llegada del otoño algunos empiezan a cambiar el color de sus hojas.
Una de las primeras islas que divisamos fue Niōjima, la más popular de las formaciones rocosas y el tradicional símbolo de Matsushima. Al igual que muchas otras, durante el terremoto del 11 de Marzo de 2011 sufrió daños y se derrumbó. No obstante, el pueblo de Matsushima puede estar agradecido ya que todos estos islotes repartidos por la bahía consiguieron dispersar la fuerza del tsunami y el desastre en esta parte de la costa de Tohoku fue menor.
Aunque muchas rocas apenas asoman a la superficie, es interesante ver las formas caprichosas que adoptan algunas. Por ejemplo, esta ola de piedra.
A nuestra llegada al puerto de Matsushima reconocemos fácilmente el pequeño templo de Godaido, construido en primera línea del puerto sobre una isla.
Otro de los edificios reconocibles con vistas a la bahía es el Pabellón Kanran-tei, una casa de té representativa del estilo Momoyama. Originalmente fue construida en Kioto por el famoso shogun Hideyoshi Toyotomi y posteriormente en 1645 fue trasladada a Matsushima por orden del hijo de Date Masamune, el famoso guerrero samurái que llevaba consigo siempre un temible casco con forma de luna creciente y que, tras jurar lealtad a Tokugawa Ieyasu, fundó la ciudad de Sendai y se convirtió en el daimyō (señor feudal) más importante de Tohoku.
Por último, otra de las atracciones es la isla de Fukuura, que conecta a tierra por un largo puente de color rojo. Una superstición local dice que cruzar este puente acompañado por tu pareja provocará la ruptura entre ambos, así que id con cuidado.
El interior de Fukuura ofrece un agradable paseo y desde el extremo más alejado se alcanzan a ver muchos islotes, para aquellos que no quieran subirse a bordo de un barco.
Al día siguiente fuimos con el coche hasta el otro lado de la bahía, para subir el Monte Otakamori (大高森), que ofrece una de las cuatro mejores vistas de Matsushima.
Nos costó encontrar el punto de acceso y tardamos un rato en llegar hasta la cima, pero mereció la pena. Las vistas desde aquí quitan el aliento, sobre todo al atardecer. No en vano cuenta la leyenda que Matsuo Bashō (1644-1694), el poeta japonés más famoso del período Edo y uno de los cuatro grandes maestros del haiku, durante su épico viaje a pie por el norte del Japón feudal pasó por Matsushima y al contemplar la bahía se quedó sin palabras y sólo acertó a decir:
Matsushima ah!
A-ah, Matsushima, ah!
Matsushima, ah!
Matsushima es uno de los principales reclamos turísticos del norte de Japón. Es un destino muy conocido entre los japoneses por su bello paisaje de costa, pero en raras ocasiones los turistas extranjeros suelen incluir este lugar o cualquiera de Tohoku como parte de su itinerario, y menos aún tras el terremoto y tsunami de 2011. La industria turística de la región se vio seriamente perjudicada durante el año siguiente y desde entonces el gobierno japonés ha estado haciendo verdaderos esfuerzos por reconstruir las zonas afectadas y volver a atraer el turismo nacional y extranjero.
Para los que viajen con Japan Rail Pass, está a 2 horas y media de Tokio en tren. Nosotros quisimos contribuir con nuestra parte y fuimos en coche, y lo cierto es que en todas partes nos trataron fenomenal, por lo que recomiendo esta visita.