Revista Cultura y Ocio

Matthew Sweeney: 2 poemas:

Publicado el 19 enero 2015 por David David González

EL FRÍO

Tras la interminable borrachera,
y la insulsa acrimonia,
se lanzó a pie hacia el mar,
una milla al menos bajo el viento,
entre hileras de coches estacionados
en zig zag y el sonsonete de la disco, dejando
atrás farolas, aunque de requerir luz
las estrellas le habrían bastado:
bajó a la playa bamboleándose,
una lata de cerveza en cada bolsillo,
y se sentó sobre una roca a beber,
y pensar en su matrimonio,
y cuando ambas latas estuvieron vacías
se quitó los zapatos para meterse
tambaleándose en el mar
y coger rumbo a Islandia,
pero el Atlántico lo mandó de vuelta a casa,
no un cadáver, ni un fantasma,
a despertar a su esposa
y quejarse del frío.
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ANIMALES
Admítelo, querías matar a ese perroque estaba ladrando a las afueras del pueblo,desde el comienzo del atardecer, hasta queen el reloj de la plaza dieron las docey el caballo del hotel comenzó a relinchar,
sacándote de tu cama pegajosahasta la ventana que abriste de golpe,antes de asomar la cabeza y gritaren mal francés "¡a la mierda, animales,hay gente aquí tratando de dormir!"
Ante eso, el perro ladró más fuerte, más rápido,y el caballo galopó alrededor del campo,y un gallo, engañado por el ruido,comenzó a cantar, y dos gatos pelearondescaradamente, en un muro contiguo.
Lo único que pudiste hacer fue cerrar la ventana,eso y abrir la ducha con lo quelos animales se perdieron en el siseo,y te dormiste en el piso del bañohasta que la luz trajo el graznido de las gaviotas.
Matthew Sweeney en No arroje piedras a este letrero (Trilce Ediciones, diciembre 2001).
Traducción de Carlos López Beltrán y Pedro Serrano.


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