Revista Cultura y Ocio

Maupassant se acerca lo máximo posible al artista puro, Georges Simenon

Publicado el 19 enero 2018 por Kim Nguyen
Maupassant se acerca lo máximo posible al artista puro, Georges Simenon

Estoy lo más lejos posible de todo lo que afecta a la crítica y en líneas más generales al terreno de las ideas. Mi opinión por tanto tiene muy poco valor. Siempre he profesado, por mi parte, que Maupassant es víctima en Francia de una injusticia, porque se está lejos de otorgarle hoy el puesto que debería corresponderle y que los extranjeros, sobre todo en Europa central y oriental, no le regatean.
En una época en que la literatura estaba atiborrada casi siempre de ideologías (Victor Hugo, Zola, etc.; anticlericalismo, comtismo, cientificismo...) y en que las querellas de Escuelas pasaban al primer plano (estilo artista de los Goncourt, naturalismo etc.), Maupassant me parece como el escritor más sincero y más directo, como el más inspirado, si puedo decirlo así, de todos los franceses; como el escritor que menos se ha dejado coger por las búsquedas y actitudes de moda. Pienso también que, en el momento en que un literato no era más que un literato, él fue uno de los pocos que vivieron y buscaron su fuente en la vida. (¿No es aproximadamente en esa época cuando Zola, antes de escribir un capítulo realista, pasaba algunas horas en una forja o en un taller de ebanista y anotaba cuidadosamente el nombre de cada herramienta?)
Maupassant, a mis ojos, se acerca lo máximo posible al artista puro, un poco al modo de Van Gogh, con quien le he encontrado afinidades; pero todo esto no es más que la opinión de un hombre que se defiende de tener ideas.

Georges Simenon
A Artine Artinian, 28 de octubre de 1938

***

Acabo de recibir de París una pila de novedades; Aragon: Les voyageurs de l'Impériale; Jean Baillhache: Souvenirs d'un endormi; Louis Roer: Nos fils les Gaulois; J.-P. Sartre: Le Sursis. Había recibido otros de ellos con anterioridad. No he podido leer ni diez páginas, salvo el último. Desde aquí, no comprendo ya esa obsesión por el [ilegible] por el drama social que no me parece que tenga nada que ver con la literatura. Se diría que para los franceses, todas las demás épocas han sido chatas y tranquilas, que sólo hoy se tiene conciencia. Sin embargo, ¡en qué época vivía Montaigne! No puedo, realmente. Y la crítica literaria me parece que se convierte en una tribuna política. Sin duda también estoy equivocado. Sartre hace lo mismo pero más complicado. Y, sin duda, voy a parecer horriblemente pretencioso. Al leer Le Sursis, he pensado en una mezcla de Céline y de Simenon hecha por un normaliano que hace guiños a otros normalianos por encima de los platillos del Café de Flore. ¡Dios mío! ¡Qué lejos me siento de la literatura, o qué lejos está la literatura de mí! Ojalá tenga yo razón. Porque es algo horrible pensar en los millares de páginas que he emborronado para nada. [...] No diga a nadie que me permito, si es que puede decirse, tener opiniones literarias, porque se reirían de mí.

Foto: Georges Simenon, Lieja, 1953
© Reporters


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