Ahora bien, como todo músico con una carrera en ascenso, sabía que si era premiado podría catapultarse al reconocimiento. Durante sus años en el Conservatorio, se sabe que al menos tuvo tres o cuatro intentos de ganar el Premio de Roma, pero siempre fracasó. La crítica lo tildaba de “peligroso innovador” y su técnica era demasiado liberal para los músicos conservadores de la época. Lo más cerca que llegó fue a un segundo puesto con su célebre cantata “Mirra” basada en Sardanápalo de Byron. Ravel llegó a pensar en cierto momento que estaban saboteando su participación, y al parecer en 1905 sucedió un escándalo pues era el favorito para ganar. Tras esto las fuentes varían, al parecer o bien dejó el Conservatorio, o fue expulsado del mismo. Él prefería obtener provecho de todo lo aprendido hasta el momento, y no sólo en materia académica, sino también de sus primeros contactos y colegas, entre ellos se contaba a su célebre compatriota Debussy. A menudo fueron comparados, acertada o erróneamente por los críticos de la época, si bien hoy en día eso es sólo una anécdota, está claro que por ser coetáneos tuvieron similares influencias, pero el propio estilo que ambos desbordaron es intachable.
En 1905 salió su célebre obra “Espejos”, obra que consta de cinco piezas para piano. Completó la citada “Rapsodia Española”. De este tiempo también datan “Minué Antiguo”, “Perspectivas auriculares”, “Epigramas”, “Sheherezade”, “Cinco melodías populares griegas” y “La navidad de los juguetes”. De todas la más destacadas es la ópera “La hora española”, de tipo cómica, donde las críticas le empezaron a ser más favorables, y su estilo alcanza un nivel más orquestal. Entre otras piezas para piano podemos nombrar “Pájaros tristes”, “Alborada del Gracioso” y “El valle de las campanas”. En 1909 se le encarga llevar a cabo la sinfonía coreográfica “Dafne y Cloe”, además de colaborar en los ballets rusos. Continuó trabajando y así surgen “Valses nobles y sentimentales” de 1911. No se detuvo hasta que comenzó la Primera Guerra Mundial. Se quiso enrolar como piloto pero debido a su salud, edad e inexperiencia sólo consiguió ser chofer en el frente de Verdún. Muchos de sus amigos, colegas o no, también marcharon a combatir. Al final, sobrevivió y compuso algunos trabajos como “La Tumba de Couperin” en honor a sus compañeros caídos.
La obra madura
Después de la Gran Guerra, Ravel, lejos de acercarse a los círculos intelectuales anti-alemanes, o al menos de compartir un resentimiento profundo, prefirió más bien continuar con su trabajo. Uno de ellos fue “La Valse”, dedicada al menos en un inicio, al empresario de ballet Diadhhilev. Esta pobra tiene un tono satírico, conmovedor y sombrío, lo cual quería reflejar el desánimo y el ambiente maltrecho de moral que existía durante la posguerra. Sin embargo a Diadhhiliev no le gustó mucho y la calificó algo así como “cuasi vals”, lo cual ofendió a Ravel, quién puso punto final a la amistad. Tras el deceso de Debussy, Ravel compuso “Sonata para violín y chelo”. En 1925 compuso “El niño y sus sortilegios” otra de sus grandes obras maestras y estrenada en la Ópera Monte Carlo. Para entonces ya era uno de los más grandes compositores de Francia y de Europa, y llevó a cabo varias giras. Además era la referencia e inspiración de músicos inclusive estadounidenses. A propósito, desde Estados Unidos fluía corrientes y géneros musicales innovadores, como el jazz, por tanto Ravel y otros colegas, para ganar más adeptos por dichos lares, comenzaron a crear melodías que combinaban algunos toques de estilo yanqui. Esto hizo que el compositor acepte una gira de conciertos por Estados Unidos, muy lucrativa. Tuvo éxito en Boston y Nueva York, donde había públicos muy exigentes, y en resumen llegó a recorrer 25 urbes.
Su obra cumbre y fallecimiento
Cuando Ravel volvió a Francia, empezó a trabajar en su obra más famosa, llamada “Bolero”, un estilo en la cual dos melodías se entretejen y son reiterativas hasta ir subiendo cada vez más de nivel. Probablemente sea una de las joyas de la música más conocidas de todos los tiempos. Es más Hollywood, tal vez en agradecimiento por el interés que Ravel había mostrado en algún momento por la música estadounidense, creó una película en 1934 llamada “Bolero”, donde obviamente la melodía del francés también es protagonista y empezó asimismo a ser popular en todo occidente. Aunque se iba acercando a la etapa final de su vida, y su nombre era sinónimo de maestría, la vida de Ravel sigue estando sumida en misterios. Por ejemplo nunca se le conoció pareja, sea hombre o mujer. En efecto murió sin dejar descendencia. Según él, y como muchos deberán suponer, el único y verdadero amor era la “música”. Tal vez nunca encontró el verdadero amor y las veces que lo intentó sencillamente no quiso hacerlo público.
¿Cómo llegó el gran fin del maestro? En 1932 Ravel sufrió un golpe en un accidente mientras iba en un taxi. Si bien se recuperó, tal parece que el daño fue irreversible. Un año más tarde, comenzó a trabajar en la música para una película (conocida hoy en día como soundtrack) llamada las “Aventuras de Don Quijote”, siendo probablemente uno de los primeros músicos de la historia en dedicarse a ello y formando un nuevo género. Sin embargo su salud ya había decaído. En 1934 el músico se da cuenta que es incapaz de componer, o al menos al mismo ritmo de antes. Durante un viaje a Suiza, sin embargo, se ve obligado a regresar a Montfort l-Amaury. Estudios actuales y numerosos, sugieren que ya desde hacía varios años atrás tenías síntomas similares, y que lo más probable es que haya sufrido algún tipo de disturbio cerebral o una enfermedad mental. Los científicos han ido más allá y hasta han mencionado que las piezas repetitivas como el “Bolero” son fiel reflejo de esa locura y desorden, lo cual ha resultado inaceptable para algunos. De hecho, en 1937 es sometido a una cirugía y lo más probable es que a causa de ello fallezca el 28 de diciembre de ese mismo año. Fue enterrado en el cementerio de Levallois-Perret, un suburbio al noroeste de Paris.