Revista Opinión

Mausoleo de Franco

Publicado el 24 junio 2018 por Cronicasbarbaras

Se nos acerca otro festival antifranquista con el anuncio de la próxima exhumación de los restos del frío dictador que al morir hace 43 años dejó una España que ya no estaba en el tercer mundo, sino que se acercaba a los países ricos.

Su herencia de semilibertad y semitotalitarismo pero con la economía en expansión lo hace especialmente odioso para la izquierda más dogmática durante las crisis económicas.

Crisis bien aceptadas en los mandatos de Felipe González, entre 1982 y 1996, y cuyo legado fue también una notable prosperidad.

Aunque lo más importante de aquella época, iniciada antes con Adolfo Suárez y la Constitución de 1978, fue la reconciliación aparentemente definitiva de los españoles que aún recordaban la guerra civil, labor en la que participaron la derecha y el Partido Comunista de España.

Años después, ante cualquier crisis política o económica los herederos de González en el PSOE, Zapatero, 2004-diciembre 2011, y Sánchez desde hace menos de un mes, convocan a Franco como los espiritistas tratando de ocultar sus posibles fracasos con la crispación informativa y anímica que produce romper la concordia que nacía tras la muerte de dictador y la amnistía a los delitos políticos de todos los bandos, incluidos los de la terrorista ETA.

Zapatero y Sánchez renovaron la guerra civil tras varias generaciones y abroncan al general en discursos y propuestas, como si todavía gobernara dictatorialmente el país.

Lo que aprovechan los separatistas vascos y catalanes, junto con los podemitas, que viven de vampirizar la sangre local –y la venezolana e iraní-- para justificar toda acción contra la España multisecular.

Pedro Sánchez quieren montar un espectáculo aplicando la ley de Memoria Histórica zapaterista para el levantamiento y traslado del cadáver desde el Valle de los Caídos –donde está por voluntad de Juan Carlos I, no suya—hasta la capilla/mausoleo familiar construido en 1969 en Mingorrubio, cementerio público de El Pardo, un pueblo tranquilo en las afueras que depende del ayuntamiento madrileño.

Atentos: sorprende el crecimiento del número de franquistas jóvenes por todo el país. Aparecen como oposición a izquierdas y nacionalistas que llaman franquista/fascista a quienes no los apoya.

En Mingorrubio, trasladado allí el cadáver, tendrán un lugar de culto mucho más accesible que el de la inhóspita, semidesértica e incómoda montaña de ahora.

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SALAS

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