Adrián Fernández, más conocido por su nombre artístico, Maverik, construyó una exitosa carrera como drag queen y performer que lo llevó triunfar en escenarios de Mendoza y Buenos Aires.
Durante este último tiempo, a través de las redes sociales, los amigos y seguidores de Maverik acompañaron con amor incondicional el proceso de lucha de un ícono que supo brillar tanto arriba como abajo de los escenarios. Porque si algo caracterizó a Adrián Fernández, como artista y como persona, fue su nobleza y calidez sin límites.
Desde Mendoza, Maverik construyó su identidad artística, con mayor grado de sofisticación que el de una drag queen o performer promedio, siempre inquieto, siempre ávido de explorar estéticas, devorar películas, asimilar lo mejor de la música y el cine. Más allá de su devoción por Madonna, referente fundamental para él y tantos drags, Adrián se movió en los escenarios con la música de bandas y solistas alternativos como Garbage, Björk y Marlilyn Manson, o recreando con particular impronta musicales como Hedwig and the angry inch y The Rocky Horror Picture Show.
Hace una década, Maverik era de una las figuras más aclamadas en pubs y discos locales como La Reserva y Queen. Después de una elogiada presentación en el Axel Hotel de Buenos Aires en enero de 2010, nuestro artista hizo una jugada ambiciosa: mudarse a la gran ciudad. A base de persistencia y talento puro, logró transformarse en un ícono de la noche porteña en grandes discotecas como Human, Palacio Alsina y Crobar.
Más allá del notable magnetismo de su imagen, con sus rasgos angulosos acompañados de una delgada y elegante silueta, Maverik puso especial acento en un concepto visual siempre exquisito. Desde el maquillaje, hasta el vestuario, pasando por la notable plasticidad de sus movimientos; este gran performer encontró el balance justo entre la virtud, el carisma y la energía.
Sus creaciones no sólo se deslizaron a lo largo de cientos de noches en Mendoza y Buenos Aires, sino que también pusieron su toque especial al trabajo de artistas y fotógrafos como José Meza, Daniel Tau y Cristian Martínez. A la vez que su figura destiló especial fascinación en programas como el de Susana Giménez, donde Maverik contó con la frescura cristalina que siempre lo caracterizó, que cuando era un niño “adoraba probarse los tacos y vestidos de su abuela”, o que de chico jugaba a ser Susana.
Esta noche, la estrella más glam de Mendoza está cruzando el cielo como el meteorito de la película Velvet Goldmine, que Maverik tanto amaba. Los seres talentosos parten demasiado pronto. Adrián no sólo deja el recuerdo de un hipnótico brillo de purpurina, sino la certeza de que debajo de las capas de maquillaje, siempre hubo un ser de una bondad excepcional. Un artista genuino que nos encandiló con su arte y amor.
Después del fogonazo de una luz que nubla cualquier mirada, Maverik seguirá iluminando las noches de tantísimos seguidores que admiraron sus creaciones. En las imágenes que siguen, van algunos de sus perdurables destellos.
Fuentes: MDZ Online y Sentidog.com