Pensar qué quiero decir, qué ideas quiero transmitir, y elegir una (la que mejor explique o resuma a nuestro entender lo que querramos contar, que también debería estar reflejada en el título) como eje central del relato. Antes de escribir, ver cómo podemos relacionar esa idea con las otras que tenemos en mente y los datos con que contemos para nuestro trabajo, haciendo un mapa conceptual en el que esas ideas y datos aparezcan bien resumidos y vinculados con flechas del mismo modo en que lo estarán en el texto. Con el tiempo, esto podremos hacerlo en nuestras cabezas, pero al principio es fundamental que lo “bajemos” a un papel para guiarnos y no perdernos en medio del relato.
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Evitar frases que "suenan lindo" pero que no dicen nada o terminan resultando verdades de Perogrullo. De usar alguna, hacerlo en un contexto que realmente lo justifique para no confundir ni ser ambiguos. Ejemplos: “Basile intenta despegarse de la incertidumbre que lo rodea” o “los técnicos no tienen margen de error”.
No usar nunca la primera persona (pienso, creo, debemos, me parece, etc.).
Evitar comienzos “tipo cable” o demasiado informativos. Sorprender de entrada al lector, desacomodarlo con alguna frase inesperada y corta que lo sacuda y sirva para dejar rápidamente expresada la idea central. Pensar nuestro trabajo como una producción literaria, lo que no implica usar un vocabulario “difícil” sino contar historias antes que simplemente informar.
Tener en cuenta que el lenguaje periodístico es coloquial; es decir, relativo al habla cotidiana, por lo que no debemos usar palabras ni expresiones que no surjan naturalmente en un diálogo normal entre dos personas. Por ejemplo, “por lo cual no fue citada la misma”.
Evitar redundancias (palabras o expresiones que se repiten o verbos usados repetidamente en sus distintas conjugaciones).
No usar el gerundio (ando, endo) para agregar información, sino sólo como circunstancial de modo. Por ejemplo, decir “el acusado se presentó ante el Juzgado, retirándose a las 19” está mal, porque no explica cómo se presentó ante el Juzgado. En cambio “se presentó ante el Juzgado, vistiendo una camisa negra” está bien.
Tener en cuenta que un comentario no es una crónica, un cable ni una columna de opinión. En la crónica se cuentan hechos en orden cronológico; en el comentario no hace falta respetar esa cronología. En el cable -o “noticia”- básicamente se informa respondiendo a las seis preguntas básicas (qué, quién, cuándo, cómo, dónde, por qué); en el comentario se opina y se informa; en la columna de opinión sólo es necesario opinar.
Evitar oraciones largas y párrafos largos. Respetar siempre la fórmula “sujeto-predicado”, sin meter muchas palabras o conceptos en el medio para no "perderse" ni confundir al lector.
No repetir conceptos salvo que sea estríctamente necesario. Si lo hacemos porque queremos dejar bien en claro alguno, hacerlo sin decir lo mismo como novedad, sino dando por entendido que el lector ya lo sabe o agregándole algo.
Economizar lo máximo posible en frases y palabras. Si algo puede ser dicho en tres palabras, no decirlo en cuatro ni en cinco.
Los números hasta el diez van en letras; del 11 para adelante, en números.
NUNCA va coma entre sujeto y predicado. Por ejemplo, está mal decir “Racing, busca técnico”, salvo por supuesto que agreguemos algún circunstancial en el medio como “Racing, en crisis, busca técnico”. Sí podemos usar la coma reemplazando al verbo "es", como por ejemplo en “Ginóbili, un gran basquetbolista” (el sujeto sería “Ginóbili”, y el predicado querría decir “es un gran basquetbolista”).